Voice Noise | Crítica de Danza

Cuerpos para una voz silenciada

Los bailarines de Martens en una de las pocas escenas de grupo.

Los bailarines de Martens en una de las pocas escenas de grupo. / Phile Deprez

El pasado año, llegaba por primera vez a Sevilla Jan Martens, otro de los jóvenes coreógrafos de esa cantera inagotable llamada Bélgica, y lo hacía con nada menos que con 17 bailarines.

Ahora, aún más reconocido internacionalmente y en un formato más reducido, regresa con su grupo Grip para mostrar, con carácter de estreno en España, su último trabajo, Voice noise. Una pieza para seis bailarines que, siguiendo la tendencia, se centra en la relación entre cuerpo y música.

En realidad, la música ha sido el punto de partida. Una cuidada selección de 13 canciones de distintas épocas (de 1935 a 2023) y estilos, compuestas y cantadas por mujeres.

Se trataba de homenajear de algún modo a la voz femenina, silenciada o despreciada desde Aristóteles hasta la actualidad, como bien cuenta Anne Carson en The gender of sound, un libro de referencia para este trabajo.

Sobre esta base musical y poética -las letras son también altamente relevantes- Martens ha reunido a cuatro bailarinas y dos bailarines extraordinarios y ha creado una estructura muy sencilla, una especie de happening en el que cada uno de ellos, con su propio bagaje técnico y personal, pone movimiento cada una de las canciones.

Así, entrando y saliendo de un cuadrilátero sin cuerdas, con unos fantásticos cenitales que juega a ocultarlos en una inquietante penumbra, los seis intérpretes expresan lo que cada canción, cada breve autobiografía musical, resuena en ellos de manera individual.

A veces, también utilizan sus propias voces y sus propios gritos (entre ellos el estridente grito ololyga), y llegan a hacer uno de los temas más rítmicos de forma coral, pero la verdad es que son seis individuos, seis soledades que no logran crear un auténtico grupo.

Como hiciera hace años Meredith Monk, las canciones (disponibles en www.grip.house) exploran distintos tipos de sonido y, al mismo tiempo, forman un entramado de historias poco conocidas, como las de rebelión y sororidad del Coro delle Mondine de Porforana (formado por extrabajadoras de los arrozales italianos) o la de la canadiense Tanya Tagaq.

Menos espectacular y con menos sorpresas que otros trabajos anteriores de Martens, en Voice Noise destaca la personalidad de sus protagonistas, a alguno de los cuales, como Steven Michel o Courtney May Robertson, tuvimos ocasión de admirar el pasado año.

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