La caja negra

La degradación de la Plaza de España

  • El monumento de Aníbal González parece una covacha los fines de semana en el contexto de una ciudad marcado por la percepción generalizada de suciedad

Espectáculo improvisado para turistas

Espectáculo improvisado para turistas / M. G. (Sevilla)

ESTÁ el alcalde que trina con las denuncias que se multiplican sobre la suciedad de Sevilla, donde dicen que hay ratas empadronadas en tal número que se podría rodar la segunda parte de La Peste sin colgar de nuevo aquellas de tonalidad dorada que adornaron las calles principales del centro. La suciedad, como la seguridad, consiste mucha veces una percepción. Y ahora mismo existe la percepción generalizada de que Sevilla es una especie de covacha cargada de turistas y de tíos pesados que te abordan por la calle para darte la monserga de una ONG. Estamos, por cierto, a poco de necesitar una ordenanza contra el acoso de los recogedores de firmas como ya la tienen otras grandes capitales. ¿Recuerdan cuando existía la percepción de que todo el centro estaba tomado por los gorrillas? ¿Cuánto hace que no oyen o leen una denuncia sobre los aparcacoches ilegales? ¿Y sobre los tironeros? Son etapas, debates... percepciones. Mucho se habla sobre los destrozos periódicos en la balaustrada de cerámica de la Plaza de España, uno de los monumentos más visitados. Cualquier fin de semana pueden verlo convertido en un tenderete, afeado, con las papeleras desbordadas y con actuaciones ambulantes que lo convierten en la perfecta continuación de la peor imagen del barrio de Santa Cruz.

Venta ambulante Venta ambulante

Venta ambulante / M. G. (Sevilla)

Sí, la Plaza de España no se escapa a la percepción de suciedad que marca la ciudad que hoy nos tocado vivir. El gran monumento de Aníbal González sufre también las consecuencias del exceso de turismo. Basta un paseo en una tarde de sábado o de domingo para comprobar la preciosa combinación de basura con turistas de aspecto patibulario. El otro día vimos una fotografía reciente del catedrático Manuel Marchena, ex gerente de Urbanismo y de Emasesa, en un paisaje idílico de Irán. Mientras se leían comentarios sobre la belleza del lugar, la lejanía del destino escogido para un viaje de placer y otros asuntos, alguien le dio la enhorabuena por su indumentaria: “Joé, estás de turismo y vas bien vestido, con una camisa y un pantalón, sin necesidad de ir como un indio”.

El exterior del monumento El exterior del monumento

El exterior del monumento / M. G. (Sevilla)

El colmo de la percepción de la suciedad ha sido la mala suerte del pestazo que hemos sufrido esta semana procedente de los abonos de los cultivos del área metropolitana de la ciudad. Ya saben ustedes la teoría del perro flaco (guau) y las pulgas.

Basura en una de las galerías Basura en una de las galerías

Basura en una de las galerías / M. G. (Sevilla)

No es de extrañar que el alcalde se ponga de los nervios en algunos momentos. Juan Espadas sabe que él éxito en un Ayuntamiento consiste en buena medida en la política de infantería: barrenderos, transporte (taxis y autobuses) y policías locales. Tussam funciona bien, pero se nos han ido de las manos los patinetes. La mafia del taxi ha centrado su primer mandato, pero ahora se disfruta de una pequeña calma, porque el sector parece haberse dado cuenta de que es mejor prestar un servicio más esmerado que sabotear a los VTC. Los policías locales andan sin jefe, pero tampoco este período de sede vacante preocupa mucho a los ciudadanos.

Puestos de venta ambulante Puestos de venta ambulante

Puestos de venta ambulante / M. G. (Sevilla)

Quizás por todas estas circunstancias, el alcalde anda preparando con especial interés la Navidad. Aunque no se olvide que quien mejor enfocó la Navidad, el alcalde Zoido, no pudo repetir mandato. El gran problema de fondo, el que muchos no quieren ver para que no se les hiele el corazón, es la degradación de los espacios públicos. No hay que perder de vista una obviedad, las calles están más sucias porque se usan más y cada vez por gente más incivilizada. Y ahí entramos todos: turistas y sevillanos. La autoridad no puede reeducar a los ciudadanos, pero sí prohibir comercios sin licencias y encima feos en un monumento, o potenciar la recogida de la basura. Gestión se llama.

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