Política

Los mensajitos

  • Susana Díaz manda mensajes, Virginia Pérez también, Bendodo trabaja en Madrid la tercera vía para el PP sevillano y Vox asiste con una sonrisa a todo el espectáculo

Susana Díaz, Virginia Pérez y Juan Ávila.

Susana Díaz, Virginia Pérez y Juan Ávila. / D.S.

La secretaria general del PSOE andaluz ha comenzado a enviar mensajes a determinados militantes en los que reitera su firme intención de presentarse de nuevo a la reelección y, por lo tanto, tratar de volver al Palacio de San Telmo. Susana Díaz es consciente de que ahora mismo se está jugando el debate de las apariencias y, por lo tanto, es la hora de exhibir músculo.

Cualquier comentario que aluda a la desesperación o la tristeza de la princesa roja puede expandirse en cuestión de minutos. De ahí el mensaje claro y directo. Ni un paso atrás, compañero. Como dicen quienes bien la conocen, Díaz quiere ser de nuevo presidenta de Andalucía para ser lo que realmente le apasiona: la secretaria general e incuestionable del partido. Hay que reconocer que no es fácil encontrar a alguien dispuesto a darlo todo por la formación. Normalmente el político aspira al desembarco en las instituciones y la gestión de un presupuesto público. No es su caso. Sus críticos, que son cada vez más, creen que el susanismo terminará de despeñarse por sus entrañas. Esto es, por el círculo más allegado, cuando se desmarque el primer banderillero de la cuadrilla y la grieta no se pueda cerrar ya a golpe de mensajes de telefonía móvil.

Ella, por ejemplo, intentó dejar al ex portavoz parlamentario Mario Jiménez bien colocado en el mercado laboral para garantizar su tranquilidad, la de él y la de ella, pero la cosa no salió bien. Los mensajes directos no son una estrategia exclusiva del PSOE. El PP también los ha utilizado recientemente para desmentir los rumores sobre la desconvocatoria de la junta directiva provincial que ha puesto fecha al congreso del partido en Sevilla. Sabido es que el aparato regional trató de convencer a Virginia Pérez de que no celebrara la sesión. El partido envió mensajes advirtiendo a los afiliados de que la junta directiva provincial no se suspendía en ningún caso. Cuando la secretaria general Dolores López comprobó que la presidenta provincial no daba muestras de debilidad, entonces pasó a la estrategia siguiente: pedir a los afiliados que no se conectaran a la sesión, que se celebró por la vía telemática, para impedir así el quórum. No resultó. ¿Por qué? Porque el aparato regional no ha cultivado la provincia de Sevilla, que tiene abierta en canal, al igual que le ocurre en otros territorios de Andalucía. De 211 convocados asistieron 150.

Virginia Pérez Virginia Pérez

Virginia Pérez / Juan Carlos Muñoz (Sevilla)

Son pocos los que le deben fidelidad (su puesto) al PP andaluz en Sevilla. Parece mentira que Arenas, sin haber gobernado nunca en Andalucía, tenía el partido controlado en las ocho provincias, cosa que no ha logrado el actual equipo de la sede regional, pese a que dispone del poder del BOJA desde hace más de dos años. Bien es verdad que Arenas alternó varios ministerios, la secretaría general del partido y tenía siempre un lugarteniente privilegiado: Antonio Sanz. Ya se sabe que quien tiene un amigo… tiene la espalda cubierta. Nunca hemos dudado de la razón por la que Arenas le ha mostrado gratitud en público: “Antonio, estás más delgado”.

Génova quiere partidos fuertes en la provincia, de ahí su interés en que las estructuras estén preparadas de cara a un adelanto electoral en el que Casado se lo juega todo. En Madrid reconocen que Sevilla es una plaza fundamental. No se ha querido esperar a que la regional marque el calendario porque se temía lo peor: el cuento de nunca acabar en Sevilla para que Virginia Pérez se terminara aburriendo o aceptando una prebenda, cosa harto improbable según los que la que conocen. La estrategia Rajoy de que los problemas se solucionen solos no funciona con la sevillana, convencida de que sólo dormiría tranquila si son los afiliados los que la desalojan del sillón. En Génova tenían claro que Juan Ávila debía estar en el Senado más pronto que tarde.

El problema no es que la regional pueda quemar a un buen tipo como Juan Ávila, exponente máximo de la sociedad civil de un municipio que decide apostar por la vida política, sino que el presidente de la Junta termine saliendo derrotado en el proceso. ¿Y si el que acaba derrotado es Pablo Casado porque Virginia Pérez no pueda renovar el cargo? Difícil y delicada tesitura la del PP en uno y otro caso.

Juan Ávila Juan Ávila

Juan Ávila / Juan Carlos Vázquez (Sevilla)

En algún momento, una parte tendrá que salvar a la otra, porque el barco y la singladura son comunes. ¿Y una tercera vía? Los estatutos permitirían una negociación entre Pérez y Ávila para buscar esa figura de consenso. ¿Existe? Elías Bendodo ha trabajado ese objetivo en Madrid durante toda la semana. Pero en Madrid, no hablando con la presidenta provincial. Siempre hay gente dispuesta a desempeñar el papel de tercera vía… si se lo pide el partido. Pero la situación adquiere una intensidad que falta poco para que comiencen los golpes bajos y las acusaciones personales. Virginia Pérez asegura que no desea ningún cargo a cambio de abandonar la carrera electoral interna y advierte que no le hagan perder el tiempo con ofertas de puestos suculentos. La actual presidenta ha golpeado la primera con la presentación de tres mil avales, una cifra muy alta. Habrá que comprobar con cuántos se queda finalmente. En cualquier caso solo se precisan noventa. El aval que se repita en las dos candidaturas queda, lógicamente, anulado.

Ávila trata de hacerse un hueco rápido con dos gestos: proponer que puedan votar todos los afiliados incluso no estando al corriente de pago, y hacerse una foto con seis alcalde del PP de la provincia. Lo primero le viene bien para llamar la atención, aunque es difícilmente realizable a riesgo de que las elecciones acaben en el juzgado. Lo segundo derivó en algunos mensajes de esos alcaldes (¡Otra vez los mensajes!) que quisieron justificarse de inmediato ante el aparato provincial: “El voto es secreto”. ¡Y tanto, como lo es también el de los avalistas de Virginia Pérez! Ni las fotos ni los avales garantizan nada, pero se trata de controlar las percepciones.

En Vox mientras contemplan desde el mullido sofá el sopor del PSOE andaluz y el enfrentamiento que se sufre en algunas de las plazas peperas. A alguno sólo le faltan las palomitas mientras disfruta con el espectáculo. La mera presencia de Macarena Olona como candidata de la formación de Abascal a la Presidencia de la Junta preocupa en ambos partidos, porque la diputada por Granada tiene perfil para pescar votos en los caladeros del PP y del PSOE. Su entrevista en Canal Sur esta semana valorando desde Madrid la situación del comercio de Granada y exhibiendo una lámina de la Macarena son dos serios avisos de su discurso en clave andaluza.