La caja negra

El minuto de oro de Antonio Pulido en el Alcázar

  • El presidente de la Fundación Cajasol se estrena en el patronato del histórico monumento defendiendo que la prioridad es el pago de las deudas 

Antonio Pulido, recibido con honores en la Real Academia de Bellas Artes

Antonio Pulido, recibido con honores en la Real Academia de Bellas Artes / Juan Carlos Muñoz (Sevilla)

España es una gran comunidad de vecinos donde siempre hay quienes quieren saltarse la ley de propiedad horizontal que es la Constitución. Unos trabajan, otros miran. Uno preside, otro administra. Unos ladran, otros se ausentan. Ocurre en el Congreso de los Diputados, en los plenos autonómicos y en los ayuntamientos. Cada español lleva un presidente de la comunidad de vecinos en el interior.

El otro día se celebró la primera junta del Patronato del Real Alcázar. Por supuesto a puerta cerrada y con derecho a ágape (fraterno) a su término. Como toda reunión donde se administra algo, ya sea la comunidad de vecinos o uno de los principales palacios de Europa, hubo un surtido variado de perfiles: el administrador agobiado, el contable rígido, la vecina preguntona de toda la vida, el que se quiere ir pronto, la joven estudiante, el debutante observador o el que viene queriendo agradar. Todo cabe en la viña del Alcázar.

La convocatoria fue a las 13:30 del miércoles. El alcalde llegó tarde y descorbatado: “Vengo de la obra”, se le oyó comentar en referencia a la nueva fábrica de Cruzcampo. Pareciera que el duque de Alba se lo reprochó con la mirada, pero solo pareciera... “Los duques de Alba teníamos el título de alcaides perpetuos del Alcázar”, comentó agradecido don Carlos por su nombramiento como patrono. Estilo antiguo de caballero español en la forma y en el fondo.

Presentaron excusas el nuevo alcaide Manuel del Valle y Braulio Medel, quien ya ha comprometido la restauración de varios enseres con cargo a la Fundación Unicaja. No estuvo Benito Navarrete. Alguna lengua viperina dice que su ausencia tendría que ver con la ratificación de la directora, Isabel Rodríguez, pues al gran Navarrete –en otros tiempos conocido como Benito Mapping por ser el promotor del principal atractivo de la Zoidonavidad– le hubiera encantado ser el nuevo conservador de los palacios. El caso es que el profesor Navarrete tenía que impartir clases en la Universidad de Alcalá de Henares, donde se gana el pan con el sudor de su frente.

Debutaban representantes nuevos del PP, Rafael Belmonte, y de Cs, Álvaro Pimentel, que podrían pasar por portadores de faroles de mano junto a cualquier cruz de guía de cofradía seria. Repetían Susana Serrano (Adelante Sevilla) y, cómo no, Antonio Muñoz como teniente alcalde de Urbanismo, Turismo (de élite y zarrapastroso) y Cultura. No compareció nadie de Vox. Quizás todavía les cuesta engrasar la maquinaria municipal. Quizás oyeron que el patronato era un organismo autónomo del Ayuntamiento y apareció su fobia por las autonomía, quizás estaban todavía celebrando el subidón electoral. No especularemos más, que luego la portavoz Peláez nos dedica un vídeo de respuesta, cosa respetable salvo si pone de fondo las horripilantes Setas.

Los nuevos patronos agradecieron al Pleno su nombramiento. El primero en hacerlo fue Gregorio Marañon, que hizo el esfuerzo por estar en Sevilla. Después, la americanista Enriqueta Vila, Eduardo Mosquera y Antonio Pulido. Pulido es el virrey de la Sevilla de las ocho. De las ocho de la tarde, se entiende. ¿Qué es una tarde en Sevilla sin un acto en Cajasol o promovido por la Fundación Cajasol? Pulido llegó fuerte al patronato después de ser recibido con honores la noche previa en la Academia de Bellas Artes por su labor de mecenazgo. Una lengua viperina –¡otra vez!– comentó al final de aquel acto que Mecenas, noble romano, se jugaba su dinero en la promoción del arte, pero Pulido “tira con pólvora de Cajasol”. ¡El caso es no reconocer nada en esta ciudad! ¡Cuantísimo ingrato!

Volvamos al Alcázar. Repitieron en el patronato la aristócrata y académica Isabel de León y la catedrática Pilar León-Castro. El alcalde intervino. Espadas quiere establecer “sinergias” con la Alhambra. Nada que objetar salvo el término empleado. La cosa sonó al capítulo siguiente a la proclamación del aeropuerto de Málaga como referencia del de Sevilla. ¡Cómo se le nota la clave andaluza a Espadas! Que te veo, alcalde, que te veo...

El patronato ratificó el nombramiento de la directora por otros cuatro años. Todo indica que Espadas no ha querido enojar a Antonio Muñoz, el gran valedor de Isabel Rodríguez, y ha optado una vez más por el continuismo, a pesar de que el 27 de noviembre hay conflicto colectivo laboral en el Juzgado con el personal del Alcázar.

La directora presentó la memoria de gestión y anunció algunas intervenciones más, como la licitación de las nuevas taquillas en el Patio de Banderas y la posible compra de alguna casa para uso del Alcázar. Tal vez con Podemos a punto de entrar en el Gobierno de España y apoyando los presupuestos de Sevilla, en vez de una compra podría apostarse por una expropiación… La directora informó de la restauración de los tapices y de que ya no hay palomas que lo pongan todo perdido. Lo cual no quiere decir que no haya pájaros... en el Alcázar.

El presupuesto se aprobó como de costumbre. Isabel de León preguntó la ya clásica cuestión sobre por qué no puede utilizarse en mayor cantidad el dinero que genera el monumento y que sólo engorda la cuenta del banco. Espadas aludió a Montoro (que tiene la culpa de todo lo que ocurre en España desde los corsés que impuso a los ayuntamientos) y el señor interventor a la legislación vigente. Quizás a Espadas se le olvidó mencionar que si el Ayuntamiento pagara a los proveedores en plazo habría más posibilidades de usar ese dinero. El secretario municipal resumió la cuestión: “El patronato tiene autonomía funcional, no económica”.

"Es bueno pagar lo que se debe"

Isabel de León no comprende que se destine tanto dinero del Alcázar para pagar deuda. Entonces se produjo el minuto de oro a cargo de Antonio Pulido, al le salió un quite inspirado por su condición de banquero: “Es bueno pagar lo que se debe”. Todos asintieron ante la afirmación del virrey de la Sevilla de las ocho. Silencio en el Cuarto del Almirante. Pulido habla, todos callan.

Por lo demás, el patronato pretende cuidar al máximo el beneficio obtenido con el incremento del precio de las entradas para que sea dedicado a la restauración de bienes. Eran pasadas las tres de la tarde, con los telediarios ya empezados, cuando se ratificó el convenio de colaboración con la Universidad de Sevilla. No hubo ruegos ni preguntas.

En la salita de al lado había un refrigerio preparado. “Es casi la única reunión de un órgano municipal en la que te dan copita”, se oyó. “Hay que poner la hora más temprano”, sugirió alguien. No es bueno trabajar con hipoglucemia. Tortilla española y embutidos. Ya lo dice un avieso abogado: “Las reuniones convocadas a las 13:00 terminan a la misma hora que las convocadas a las 11:00”. El hambre acelera siempre el final de las sesiones. La reunión terminó con los cabildeos posteriores, como ocurre con las de las comunidades de vecinos. Los turistas pululaban por los palacios como pavos reales que cortejan a los clientes de la cafetería. La directora conservadora respira tranquila. Se queda en el puesto y ya no está en el patronato José María Cabeza, que tiene el Alcázar en la testa. Como los chicos de la derecha tienen el farol en la mano.

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