Auxiliadora Caballero | Pianista y Organista

"Persigo la belleza"

  • La pianista Auxiliadora Caballero debuta en disco con un álbum que recoge sus investigaciones sobre la Sevilla de entresiglos

La pianista sevillana Auxiliadora Caballero

La pianista sevillana Auxiliadora Caballero / José Ángel García

Auxiliadora Caballero se confiesa trianera por nacimiento, pero de familia utrerana, y en Utrera se crio y vive, aunque desde hace años comparte esta residencia con periodos de estancia en Zúrich. “Estudié piano en el Conservatorio de Sevilla y órgano en la clase de Andrés Cea. Continué con mi formación en Suiza, lo que me abrió una ocasión laboral para ejercer como organista litúrgico, lo que está allí muy profesionalizado. Me permitió crecer mucho al tener los instrumentos a mi alcance. Yo tengo llaves de iglesia con órganos maravillosos en los que puedo estudiar.

–Y eso en Sevilla es imposible, claro...

–Imagínese, con el patrimonio organístico que hay aquí, que es apabullante, pero no es tierra fértil para dedicarse a esto. 

–¿Cuándo vuelve a Zúrich?

–A finales de mes; tengo compromisos litúrgicos.

–¿Qué hace allí como organista litúrgica exactamente?

–Toco en iglesias diversas, pero también en capillas, por ejemplo de residencias de mayores, que tienen sus organitos, y eso hay que cubrirlo, hay turnos rotatorios de organistas profesionales que tocan en esos sitios. La liturgia es sorprendente. La primera vez que toqué me emocioné. Tienen sus libros de corales que hay que acompañar, pero luego hay partes libres durante las celebraciones, y esas las escojo yo, toco Bach, Widor, Muffat... o Eduardo Torres, que he usado sobre todo en las partes más íntimas. Es una manera de ponerte las pilas con un repertorio amplio, que vas cambiando. Vuelves, ves lo que tenemos aquí, con tantísimos órganos pero con acceso imposible incluso para practicar, y te echas a llorar. Es triste.

Escenas y paisajes de entresiglos - Caballero Escenas y paisajes de entresiglos - Caballero

Escenas y paisajes de entresiglos - Caballero

–¿Cuándo se interesó por la música de los compositores de este CD?

–Hice el máster de investigación en la Universidad Internacional de Valencia. A raíz de eso hice el trabajo sobre Eduardo Torres. Me acerqué sobre todo a su parte organística. Pude catalogar una parte de su obra que está en el Fondo Almandoz del Archivo Eresbil en Rentería como Apuntes manuscritos sin catalogar. Eso fue lo que me puso en la pista de todo este entramado cultural sevillano de la época, que me entusiasmó, porque me encontré con una música bellísima, y yo, por encima de todo, persigo la belleza. Me siento muy cómoda en este repertorio. También haciendo Liszt, pero no sé si habría tenido mucho sentido que yo grabase un disco con música de Liszt, algo que está tan marcado por el canon interpretativo… Este repertorio que es técnicamente exigente me permite mucha libertad. Siempre he tenido mucha personalidad, y eso en el ámbito académico no siempre es fácil: he tenido profesores que lo han valorado y me han impulsado a desarrollarla y otros que han intentado aniquilarla por todos los medios. Esta investigación me puso además en contacto con la gente que está trabajando en la Edad de Plata de la cultura sevillana. Mi contribución es aportar la parte sonora. Por ejemplo, Olimpia García López acompaña ahora sus charlas con cortes de mi disco.

–Es música prácticamente inédita.

Brumas de Mariani estaba en manuscrito, casi un borrador, lleno de tachaduras. El resto está editado pero no se ha dado a conocer. Quitando la Jota de concierto de Larregla, que es algo más conocida, solo se habían grabado, que yo sepa, tres piezas, y una sola vez…

–Los Mariani fueron una institución en Sevilla.

–Tuvieron una enorme importancia. Y Mariani se casó además con Josefa Piazza, que también era pianista. En su entorno nace la Academia Filarmónica de Sevilla y después el mismo Conservatorio. Falla, Albéniz, Turina... no necesitan presentación, pero en realidad son estos compositores los que representan la vida musical sevillana de esos años. Y dejaron una música muy bien tramada, bien escrita, muy hermosa. Mariani fue Premio Nacional de Música, no era un cualquiera. Escogí para el disco cuatro piezas a partir del gusto personal. Miré en la Biblioteca Nacional, en el Centro de Documentación de Andalucía, pero sorprendentemente la mayor parte de la música está disponible en la biblioteca del Conservatorio Superior de aquí de Sevilla, está ahí accesible, a la mano, el mismo manuscrito de Brumas estaba ahí, aunque mucha gente no le ha prestado atención...

–Las obras de Torres se publicaron para el órgano...

–Torres fue maestro de capilla de la catedral de Sevilla desde 1910 y tuvo que editar para el órgano, pero estas piezas funcionan bien en el piano, apenas hemos tenido que arreglarlas un poco. Hay otras obras de Torres que bien podrían ser para cuarteto, para orquesta o para guitarra. Por su condición sacerdotal encontró todo tipo de trabas para desarrollar su carrera musical. Hay que recordar que se le prohibió dirigir en público la Orquesta Bética qué el mismo había fundado con Falla. Así por ejemplo, lo que se editó como Comunión en el manuscrito autógrafo aparece como Porticum

La pianista sevillana en otra foto para esta entrevista La pianista sevillana en otra foto para esta entrevista

La pianista sevillana en otra foto para esta entrevista / José Ángel García

–Evaristo García Torres también fue maestro de capilla pero mucho antes.

–Sí. Es otra cosa. Aunque tampoco tendría demasiada libertad y no sé el acceso que tendría a la música que se hacía en Europa, porque Eduardo Torres sí estaba al día de todo, pero Evaristo no lo sé. Por eso esta pieza me resultó tan sorprendente, porque es muy europea, con rasgos de belcanto, con esa densidad romántica, y técnicamente no es cualquier cosa.

–En esta música se cruzan referencias nacionalistas españolas, modernistas, impresionistas…

–Sí. Eduardo Torres puede ser más impresionista, pero las cuatro piezas de Mariani son muy diferentes entre sí. Al pie de la reja es una estampa costumbrista. Brumas es claramente una postal impresionista. La Macarena es esencia sin caer en la banalidad del folclore más kitsch, es profunda, tiene esa parte intermedia que no sé muy bien cómo definir, tan tierna… Claveles rojos es una mazurca muy romántica sin dejar de tener rasgos folclóricos en el estilo de lo que se hacía en España en aquel momento.

–¿Hay mucho más material?

–Sin duda. Creo que habría que profundizar más. En 2025 se conmemora el centenario de la muerte de Mariani. No sé si se hará algo en la ciudad. El año pasado se cumplieron 150 años del nacimiento de Eduardo Torres y pasó desapercibido, no se hizo nada, un hombre fundamental para la música sevillana, para  la fundación del Conservatorio, donde fue designado el primer profesor de composición, aunque no llegó ejercer porque murió antes. Quizá este disco pueda ser una primera aportación. Estoy expectante a ver la reacción de la gente. Hay material para más discos, pero ya veremos.

–Publica con el sello Ficta, ¿cómo llega a él?

–Ficta es una discográfica catalana especializada en el repertorio de principios del siglo XX sobre todo catalán. Bernat Cabré capitaneó la edición de la música de órgano de Manuel Castillo con Tritó. Por esos antecedentes le pareció una buena idea meterse en este repertorio y nos entendimos muy bien desde el principio. El próximo jueves [por el pasado 23 de noviembre] haremos una presentación en el Conservatorio. Vendrá Bernat Cabré. Espero poder presentar el disco en otras ciudades españolas y en Suiza. En mayo toqué allí en un concierto parte de este repertorio y a la gente le gustó.

–Es su primer disco, ¿qué tal la experiencia?, ¿repetiría?

–El primer día tanto el técnico de sonido, Adolfo Castilla, como Andrés Cea, que estaba como asistente, me dijeron que fue genial, luego el siguiente día yo ya no me sentí también. Fueron tres días y se pasa un poco por distintos estados de ánimo, pero la experiencia global fue muy satisfactoria. Repetiría, sí.

–¿Y cómo organista?

–Pues por qué no. Estaría bien dedicar a Torres un disco en que se mezclara el órgano y el piano.

–Por cierto, ¿cómo lleva esa doble condición de pianista y organista?

–Hasta hora bien, aunque son dos instrumentos que no tienen nada que ver, y no es fácil, pero me gusta cambiar, y el órgano me dio también la ocasión de tocar con orquesta como solista; lo hice con la Filarmónica de Gran Canaria, pude tocar Saint-Saëns, el Concierto de Haendel, una obra de Widor a solo… 

–¿Y el futuro?

–Es incierto. Está siempre abierto. Mis planes inmediatos pasan por sacar este proyecto adelante, difundirlo, atender mis compromisos concertísticos, aunque no descarto dedicarme a la enseñanza. A una persona con inquietudes artísticas no es que le apasione el funcionamiento de los conservatorios en España, pero es verdad que un puesto en un conservatorio te da estabilidad. De todos modos, soy muy curiosa y la curiosidad me mantiene activa.

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