Manuel Minguillón | Músico

"Si no grabas discos te salen menos conciertos"

  • Manuel Minguillón arranca con su Collegium Musicum Madrid un proyecto para grabar todos los tonos humanos del Cancionero de Mallorca

Daniel Garay, María Espada, Manuel Minguillón y Guillermo Turina

Daniel Garay, María Espada, Manuel Minguillón y Guillermo Turina / Noah Shaye

Madrileño, alumno entre otros de Gerardo Arriaga y Hopkinson Smith, Manuel Minguillón es uno de los guitarristas más destacados del actual panorama español de música antigua. Con una trayectoria importante detrás, al fin se lanza a grabar un disco con su propio grupo, el Collegium Musicum Madrid, un monográfico en torno a uno de los manuscritos que han recogido el repertorio de tonos humanos monódicos de la segunda mitad del siglo XVII, el Cancionero de Mallorca.

–El CD fue grabado en septiembre de 2020. ¿A qué se ha debido el retraso en su salida?

–Lo grabamos el primer año de la pandemia, pero tenía otro disco recién hecho con Carlos Mena, que salió en 2021, y no quise que se agolparan. Cuesta mucho esfuerzo y dinero hacer un disco como para sacarlos juntos… Además a mí me gusta que lo escuchen todos los miembros del grupo para que den su opinión. Voy también a Granada con Paco Moya para escuchar juntos y decidir las tomas, y no siempre es fácil encontrar el momento para hacer todo eso.

–Por qué esta selección del Cancionero de Mallorca, que, si no me equivoco, es el primer monográfico que se le dedica a este manuscrito.

–Para alguien como yo, que toca la cuerda pulsada, era muy tentador el hecho de que la parte de guitarra esté escrita como instrumento obligado, está intabulada en más o menos la mitad de las piezas. El manuscrito tiene tres pautas, la del cantante, la del bajo continuo y una tablatura de guitarra que aparece en todas las piezas, aunque no está siempre escrita. El proyecto va más allá de este CD. A medio plazo pretendo grabar los 43 tonos que contiene. Aquí van 14 y la idea es hacer dos discos más con otros instrumentos y otros cantantes, para mostrar las diversas posibilidades que hay de acercarse a este repertorio, los diferentes colores del continuo. El manuscrito nos da la opción de ser tocado solo con la guitarra o con el continuo o con una mezcla de ambos, y la idea es ver cómo funciona con esas diferentes opciones.

Dicen que hay amor - Collegium Musicum Madrid Dicen que hay amor - Collegium Musicum Madrid

Dicen que hay amor - Collegium Musicum Madrid

–¿Es música esta surgida del teatro?

–He trabajado mucho en el mundo del teatro, en la Compañía Nacional de Teatro Clásico, que es algo que me interesa muchísimo, y efectivamente todas estas canciones originalmente estaban insertas en comedias de Vélez de Guevara, de Zamora… Por los estudios de Lola Josa y Mariano Lambea sabemos que esto es casi una antología de tonos extraídos de comedias de la segunda mitad del XVII y principios del XVIII. Es un tipo de repertorio que me interesa explorar, para poner luz a esa música teatral del XVII de la que no nos ha llegado demasiado, porque no tenemos ni muchas óperas ni muchas zarzuelas.

–Antes se hacían casi siempre los mismos tonos humanos de Marín e Hidalgo. En los últimos años se ha producido una expansión del repertorio, ¿no cree?

–No se ha prestado mucha atención a la variedad de estas músicas, es verdad. Pasa algo parecido con la vihuela, que tenemos 710 piezas y se conocen realmente menos de 100. Siempre se da la vuelta a lo mismo. A los programadores les da miedo programar cosas diferentes. Los mismos intérpretes no se atreven a veces con el nuevo repertorio. Una de las cosas que más me ha interesado siempre es rescatar cosas, pero que tuvieran la misma calidad de lo que ya se conoce, porque rescatar música que no te ponga los vellos de punta no vale la pena. Antes te pagaban por grabar. Ahora tienes que pagar tú… así que tienes que pensarte muy bien lo que grabas. El rescate es algo que me apasiona, pero sólo vale la pena si es algo que de verdad te conmueve.

–¿Por qué esta elección de solistas?

–Si uno sólo mira los nombres, ya parece fantástico, pero es que tengo la suerte de que son mis amigos, casi que podrían ser mis hermanos. A veces coincides con compañeros que no sólo tienen la misma idea de la música, sino también la misma idea de la vida, y entonces todo se hace más fácil. Y es el caso. Ante las dificultades en una grabación todo se resuelve de manera serena, amistosa. Con Guillermo Turina grabé un CD de los hermanos Dupont, que coincidió también con la pandemia y a lo mejor ha tenido menos recorrido de lo que merecía. Corremos juntos la San Silvestre el 31 de diciembre. Nos llamamos habitualmente aunque no tengamos concierto. Y con Daniel pues lo mismo. Me iría con ellos de vacaciones. A María la conocí en un proyecto con Nereydas. Si me dieran a elegir a cualquier cantante del mundo para grabar esto, y me lo ofrecieran gratis, volvería a escogerla a ella. Lo que hace con la retórica del texto, la forma teatral de cantar, no le importa romper la voz, aunque quede más feo, si con eso pinta la palabra… es única. Además ya tengo una edad y si hago esto es para hacerlo con gente a la que quiero y con la que puedo disfrutar no sólo del resultado final, sino del camino.

María Espada y Manuel Minguillón María Espada y Manuel Minguillón

María Espada y Manuel Minguillón / José Antonio Escudero

–Un violonchelista en la parte del continuo, ¿hay algo más que cuestiones de afinidad personal en esa elección?

–En las próximas grabaciones estará el arpa, cómo no va a estar el arpa en la música española del XVII, y también el órgano y el clave, pero quise empezar por aquí, con el violonchelo. Al tener una línea de bajo, la guitarra aporta armonía, ritmo, articulación, pero en las notas largas no podemos luchar con la cantante. Un bajo que pueda estar sostenido, incluso las imitaciones en el bajo de la voz, se escuchan más claramente en el violonchelo que en la guitarra. Luego, si como teclado usamos un órgano funciona bien, pero con el clave hay algún problema para escuchar a todos los instrumentos. En esta primera entrega quería que la guitarra fuera muy protagonista y no hubiera problemas de solapamiento. Y con el arpa pasa algo parecido. De las 14 canciones del disco, en 12 tenemos tablaturas. Cuando empecemos a hacer piezas en que no haya tablaturas será mucho más sencillo que el arpa y la guitarra dialoguen.

–Incluye una serie de interludios instrumentales, ¿el disco está concebido como un programa de concierto?

–Sí, ese es nuestro concierto. Llevábamos ya varios años haciendo conciertos con este programa.  Vas cambiando alguna cosita, pero básicamente ese es nuestro concierto, que además está montado como si fuera una pieza teatral, que es de donde viene este repertorio. Tenemos varias jornadas separadas por las piezas instrumentales, además en un crescendo, de los solos a una suite con música de Gaspar Sanz en las que ya entran el violonchelo y la percusión y luego otra suite hecha a partir de música de Facco con las piezas más rítmicas.

–¿La aparición del disco supone más conciertos?

–Es temprano, pero a partir del otoño sí lo espero. El disco lo grabo cuando ya está rodado. Es una manera de cerrar el proyecto, de dejar un legado. Por otro lado, es seguir diciéndoles a promotores y organizadores que seguimos aquí y estamos haciendo esto. Además, cuando hacemos conciertos, al público le gusta llevarse como recuerdo un disco que le puedas dedicar. Son los tres motivos fundamentales para seguir grabando discos.

–¿Es el único sitio donde se venden discos ya, los conciertos?

–Pues no sé qué decirle. Me acaba de decir Paco Moya que se ha agotado la tirada de mil discos que hicimos de Per voi ardo. Yo habré vendido unos 300, así que el resto se han vendido por web o pedidos de algunas tiendas; me sorprende un poco, porque son muchos. Vamos a sacar una nueva tirada.

–¿Vendiendo toda la tirada se amortiza el gasto?

–No. Con las ventas, no, se amortiza por los conciertos que te salen con el disco, eso sí. Pero eso es algo que no resulta fácil valorar, es un gota a gota que va dando sus frutos con el tiempo, y es difícil evaluar cuántos conciertos te han salido realmente por un disco. El programador ve lo que haces, la gente con la que grabas, sabe que estás activo… y eso va sumando, de forma indefinida pero suma. Si no grabas te salen menos conciertos, eso seguro. Para estar en el mundo tienes que grabar discos. Por otro lado, sin ayudas es difícil grabar, aquí tenemos la ayuda de la Comunidad de Madrid, que asume la mayor parte del gasto, si no, es casi imposible.

–¿Es el primer disco con el nombre de Collegium Musicum Madrid?

–Sí, en el de Carlos Mena sale el logo por detrás. Este es el primero en que sale el nombre del grupo en la portada, y la idea es que ya siempre sea así.

–¿Algún otro proyecto discográfico ya en mente?

–Hemos estrenado este año en Madrid el oratorio La Santissima Trinità de Alessandro Scarlatti y pensamos grabarlo con vistas a 2025. También tenemos un proyecto de cantatas a dúo con Jone Martínez y Lucía Caihuela y otro con Filippo Mineccia, un programa de cantatas napolitanas. Ahora mismo en lo que estamos es en seguir moviendo este programa a ver si hay suerte para los próximos festivales.

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