Después de un verano más largo de lo previsto, no podemos dejar que el invierno con sus frías temperaturas y copiosas lluvias nos sorprenda al volante. Siempre hay que extremar la prudencia, ahora además es conveniente preparar el coche y adaptar tu forma de conducir a las inclemencias propias del invierno.

De la misma forma que nosotros utilizamos prendas específicas para protegernos del frío, no está de más que, en zonas de climatología severa, consideres "cambiar los zapatos" de tu coche por unos diseñados para el invierno. Este tipo de neumáticos mejoran la estabilidad, la seguridad y permiten un mayor agarre aportando un incremento de tracción y frenada en situaciones de lluvia, nieve, bajas temperaturas de larga duración y especialmente, hielo. Disponen de un dibujo diferente -con unas láminas en forma de garra- y una composición específica, gracias a los cuales se adhieren mejor en terrenos donde los neumáticos tradicionales patinan. Además, con el uso de este tipo de cubiertas, en algunas situaciones, ahorraras tener que utilizar las engorrosas cadenas. Una vez vestidos de invierno, no es extraño que al acercarnos al coche nos encontremos con que la bajada de las temperaturas haya cubierto de hielo los cristales del coche. En este caso, utilizaremos una rasqueta de plástico para eliminarlo, podemos rociar el cristal con alcohol y al cabo de unos segundos retirar el hielo con el rascador, será más fácil; nunca hay que usar agua caliente porque el vidrio podría reventar.

Si la carretera también está cubierta de hielo, debemos tener cuidado al arrancar porque estamos ante una superficie muy deslizante. En estos casos, lo más importante es que aceleremos de forma gradual para mantener el control del coche en todo momento. Si a pesar de todo el coche patina, aumentar una marcha para disminuir la fuerza que se aplica a las ruedas y el vehículo comenzará a moverse suavemente.