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Bailes y cantos en las calles bajo la lluvia: "Por él somos libres, hay que celebrarlo"

  • Las intensas precipitaciones no arredraron a los miles de sudafricanos que quisieron sumarse al homenaje a Mandela

Sudafricanos de todo el país acudieron en masa al estadio FNB de Johannesburgo, ubicado en el suburbio de Soweto, para el funeral de Estado de Nelson Mandela. Todos ellos representan la diversidad del país donde Mandela lideró la lucha de emancipación de negros, mestizos e indios tras tres siglos de dominio blanco racista y estableció una "nación arcoiris" democrática.

Biko Ngcobo condujo con un grupo de amigos durante ocho horas desde la provincia Free State para presentar sus respetos a Mandela. Ngcobo, de 42 años, iba vestido de negro, verde y oro, los colores del partido de Mandela, el Congreso Nacional Africano (CNA) y envuelto con una prenda con el rostro de Mandela estampado.

"Estamos felices y estamos tristes, pero realmente estamos contentos por Mandela. Todo lo que usted está viendo aquí en Sudáfrica es por Mandela. Por él somos libres. Así tenemos que celebrarle a él y su vida. Sufrimos mucho con el apartheid, pero ahora somos libres y tenemos que celebrarlo", dice Ngcobo.

Thuto Motsepe vive en los suburbios este de Johannesburgo y se había levantado a las tres de la mañana para asegurarse de un asiento en el estadio, con capacidad para 94.000 personas. Necesitó más de hora y media para llegar y hacer varios cambios de autobús. "Apenas he dormido", dice Motsepe, que se cubre de la lluvia con una bolsa negra de basura. "Tenía que venir aquí a honrar al hombre que luchó para que nuestro país fuese libre. Él es nuestro icono y le quiero presentar mis respetos".

Philippa Allan y su hija de 16 años Gemma son algunas de las personas blancas que han querido asistir a la ceremonia principal para dar el último adiós a Mandela. Están entre la multitud que canta canciones de los días de lucha contra la segregación racial y baila mientras espera que comience la ceremonia. "Yo tenía que venir hoy porque no me puedo imaginar Sudáfrica sin Nelson Mandela. Yo nací libre por él", afirma Gemma, que usa el término de los que nacieron tras el fin del apartheid.

Su madre recuerda los días oscuros de los años 80, cuando en la rutina de las fuerzas de seguridad entraba el abrir fuego, encarcelar y torturar a manifestantes antiapartheid, provocando disturbios graves y una resistencia violenta. "Conseguimos superar los 80 y estamos tan agradecidos a Mandela y a su familia. La violencia fue aterradora, cuesta creer que lo superamos", agrega.

La asunción de Mandela como presidente tras las primeras elecciones democráticas en el país en 1994 dieron paso a "una era totalmente nueva". "Su legado perdura", asegura. "Incluso ahora sigue uniéndonos".

Las intensas lluvias caídas durante toda la mañana en Johannesburgo impidieron a muchos sudafricanos seguir el servicio religioso, que se pudo ver en espacios públicos de todo el país a través de pantallas gigantes de televisión.

También se pudo seguir el servicio religioso desde los estadios de Ellis Park, Orlando y Dobsonville, a pesar del intenso aguacero. El de Orlando, anegado por la lluvia, recibió a residentes como la jubilada Emily Mashaba: "Estoy empapada, pero aquí sigo. Ni un terremoto habría impedido que viniera".

En Qunu (sureste del país), la lluvia impidió algunos de los actos previstos. A tres kilómetros de allí, en la casa de Mandela, todo permanecía tranquilo y sin visitantes.

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