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La 'revolución de los paraguas' en Hong Kong eclipsa el Día Nacional de China

  • El día festivo propició que las de ayer se convirtiesen en las protestas por la democracia más multitudinarias desde su comienzo Los manifestantes admiten que les queda "una lucha larga"

El movimiento democrático de Hong Kong, denominado coloquialmente la revolución de los paraguas (usado como escudo contra el gas pimienta de la Policía), eclipsó ayer el Día Nacional de China con protestas multitudinarias que se extendieron por toda la ciudad y que congregaron a su mayor número de participantes desde que comenzaron.

En este cuarto día de protestas, el perfil de los manifestantes se diversificó, con numerosos adultos acompañados de niños pequeños o ancianos apoyando a la multitud de estudiantes que lleva en pie de lucha desde el viernes.

Ayer se celebró el Día Nacional de China, que conmemora el 65 aniversario desde la fundación de la República Popular, una jornada festiva en todo el país asiático que en Hong Kong ayudó a que las protestas se avivaran.

"Creo que es un momento muy importante para protestar, para luchar por nuestra libertad. He querido venir con mis hijos para que lo experimenten, porque mi lucha es para que ellos puedan vivir lo que es la democracia en un futuro", dijo Brenda, ama de casa de 38 años, quien decidió ayer acercarse a Mong Kok, una de las tres zonas donde se comenzó a congregar gente por la mañana, junto a sus hijos de 5 y 4 años.

A su lado, miles de personas escuchaban sentadas en la acera a cualquiera que se animara a coger el micrófono y compartiera sus opiniones sobre democracia o libertades civiles por las que defienden Hong Kong debe luchar, como elecciones "reales" en 2017.

"Damos gracias al mundo por transmitir nuestro mensaje. Queremos la dimisión del jefe del Ejecutivo y democracia ya", señaló uno de los participantes en inglés, inmediatamente antes de comenzar a dirigirse a sus compatriotas en la lengua local, el cantonés.

De los eventos que anualmente se organizan para conmemorar este día, sólo uno pudo llevarse a cabo ayer en Hong Kong debido a la magnitud que alcanzó el movimiento prodemocrático, que a lo largo del día se extendió por numerosas calles en un ambiente tranquilo, sin ningún tipo de actividad policial. Ésta fue el izado de la bandera de China, que se llevó a cabo por la mañana, con una protesta silenciosa de estudiantes de secundaria y un discurso del jefe del Ejecutivo, Leung Chung-ying, que defendió que "es mejor votar que no hacerlo", aunque sea a un grupo de candidatos elegidos previamente por Pekín.

A pesar de que Leung, cuya dimisión se pide con más insistencia, instó de nuevo a los manifestantes a que volviesen a sus casas, los gritos a favor de la democracia llegaron ayer incluso hasta el centro del lujo en la isla, la avenida donde se ubican las grandes marcas tradicionalmente abarrotadas en el Día Nacional por turistas chinos del continente.

"Sabía que había algo de protestas, pero no mucho. No me parecen razonables y hemos visto muchas tiendas cerradas, lo cual es una pena", dijo una joven de la región autónoma de Guangxi (sur).

A pocos metros, un grupo de ancianos mostraba sus pancartas a las televisiones que se acercaban a cubrir el acontecimiento. "No vamos a rendirnos, queremos un futuro mejor para los que vienen", señaló una octogenaria.

En el mismo momento que la mujer clamaba por un Hong Kong mejor, en Almiralty, el centro de las protestas cercano a la sede del Gobierno de la ciudad, los cientos de miles concentrados alzaban sus manos para iluminar su protesta con las luces de sus móviles.

Los manifestantes admiten que se preparan para "una lucha larga" ante la falta de respuesta y cuando comienzan a surgir diferencias entre los distintos grupos.

"La gente de Occupy Central -una de las agrupaciones que comenzó a pedir democracia- están tratando de imponer una organización y un liderazgo en este movimiento espontáneo. Tienen que unificar la voluntad de las masas, sólo así podrán presionar al Gobierno local o a Pekín", dijo Willy Lam, profesor de Política de la Universidad China de Hong Kong. Los manifestantes "saben cómo organizarse, cómo montar una acción ordenada y no violenta" y la clave para el triunfo "residirá en lo determinados y unidos que estén".

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