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La impunidad de la Policía en Rusia

La reforma en las fuerzas de seguridad, impulsada por Medvedev para frenar la corrupción, parece una misión imposible

Policías rusos arrestan a miembros del Partido Nacional Bolchevique durante el día de la Nación en Moscú.
Nicolas Miletitch (Afp) / Moscú

06 de septiembre 2010 - 05:03

Los escándalos con implicación de policías, secuestros, asesinatos, tortura, extorsión o corrupción, se han multiplicado hasta tal punto en Rusia que la reforma policial exigida por el presidente Dimitri Medvedev parece una misión imposible.

El ultimo episodio de esta crónica criminal es la detención de cuatro policías durante el último fin de semana de agosto por el secuestro de un hombre de negocios.

No es un caso único. Tres oficiales de la Policía de Moscú habían secuestrado en febrero a dos mujeres, exigiendo un rescate de 50.000 euros y amenazando, en caso de impago, con denunciarlas ante la justicia por tráfico de droga.

Los policías también tienen el gatillo fácil y se les suele ir la mano. En enero, un periodista fue golpeado hasta la muerte por un agente en Tomsk, Siberia, mientras que en Moscú, un teniente coronel mató con su pistola al conductor de un quitanieves que acababa de chocar contra su automóvil.

Pero la palma se la lleva un responsable de la Policía de Moscú, Denis Evsiukov, quien después de una disputa con su esposa, mató a un automovilista y abrió fuego en un supermercado, matando a tres clientes, antes de disparar contra los policías que acudieron a detenerlo.

La Corte Europea de Derechos Humanos de Estrasburgo ha condenado regularmente a Rusia por las torturas infligidas por policías. Además, ha criticado la lentitud de las investigaciones, así como las clementes penas, todo lo cual alimenta una sensación de impunidad en el seno de las fuerzas de seguridad.

Ejemplo de ello es el siguiente episodio. Para obtener una confesión en un caso de robo de una motocicleta, dos policías de San Petersburgo torturaron a dos menores, quemándoles los genitales con cigarrillos y asfixiándolos con una bolsa de plástico. Los hombres fueron condenados en julio a tres años de prisión con suspensión de pena.

No es sorprendente que, en estas condiciones, el 67% de los rusos afirmen tener miedo de la Policía, según un sondeo del centro independiente Levada.

Tras esos casos, varios responsables fueron destituidos y el Kremlin ordenó una reforma para intentar detener la criminalidad en el seno de las fuerzas del orden, especialmente la corrupción. Sin embargo, la tarea es titánica.

Según un informe de la Asociación de abogados para los Derechos Humanos, un policía especialista en la lucha contra el crimen organizado que protege un negocio criminal gana hasta 20.000 dólares por mes (unos 15.000 euros), mientras que un simple inspector de policía de tráfico gana unos 5.000 dólares en sobornos (más 3.000 euros).

Algunos son más codiciosos, como el capitán Arkadi Kirsanov, de la región sureña de Astracán, detenido en febrero con 13 de los 19 miembros de su unidad por haber sobornado sistemáticamente a los automovilistas, lo que le reportaba unos 10.000 euros por mes.

De los 5.000 crímenes cometidos por policías en 2009, un 11% más que en 2008, más de 3.000 están vinculados a la corrupción y a los abusos de poder, según estadísticas oficiales.

Dos policías se han arriesgado a denunciar públicamente estas prácticas corruptas. El primero, el comandante Alexei Dimovski, de Novorossisk, fue destituido, encarcelado durante mes y medio y condenado por difamación.

El segundo, Mijail Evseev. Tras acusar a dos policías de utilizar pruebas falsas para condenar a cadena perpetua a dos inocentes, fue detenido a finales de agosto e imputado por varios cargos.

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