¿Puede el segundo mandato de Trump fortalecer la economía de EEUU o amenaza su solvencia?
Los riesgos fiscales e inflacionarios, las posibles fricciones con la Reserva Federal y el resurgimiento de bloques económicos rivales conforman un panorama de gran incertidumbre
El regreso de Donald Trump, con el respaldo de mayorías en el Senado y la Cámara de Representantes supone el punto de partida de un periodo de cierta estabilidad política que, paradójicamente, vendrá acompañado de una atmósfera de gran incertidumbre, especialmente en el plano económico, puesto que los recortes fiscales anunciados constituyen un importante constringente de cara a visualizar la evolución futura de su solvencia.
En el corto plazo se espera que estas medidas inyecten dinamismo a la economía, tal y como ya descuentan algunas de las principales plazas bursátiles. Sin embargo, detrás de estos estímulos fiscales se vislumbra un posible deterioro fiscal a largo plazo. Con un déficit que ya alcanza el 6% del PIB y una deuda pública de más del 100%, el margen de mejora de su solvencia parece limitado, máxime si los desajustes fiscales podrían duplicarse en el peor de los escenarios.
La Reserva Federal es otra pieza clave en este rompecabezas y su rol bajo la nueva administración suscita múltiples interrogantes. Las políticas fiscales expansivas y esa “revolución arancelaria” anunciada en campaña presionarán al alza los riesgos inflacionarios, que muy posiblemente cambiaran la hoja de ruta de la Fed, algo que sin duda chocará de lleno con las perspectivas de Trump que, en varias ocasiones, ha reclamado una política monetaria más laxa.
No existen dudas sobre la independencia de la Fed, pero Trump ha mostrado en el pasado inclinación por influir en sus decisiones, por lo que se podría iniciar un periodo creciente de tensiones, sobre todo cuando se acerque el final del mandato de Powell en 2026. Además, este endurecimiento de las condiciones financieras repercute de inmediato en las economías dolarizadas, limitando su capacidad de crecimiento, lo que podría suponer una amenaza para la evolución de la economía global.
Hablando del plano geopolítico, se espera que sus políticas proteccionistas terminen de delimitar la consolidación de dos bloques económicos bien diferenciados. El dólar se mantiene como la moneda de reserva, pero la reciente cumbre de los BRICS ya ha insinuado esta polarización que, de algún modo, confirma el ascenso de la economía china y, en menor medida, de la india.
¿Y qué hay de Europa? Este escenario plantea más preguntas que certezas, puesto que los aranceles amenazan a una Europa ya debilitada por un sector manufacturero estancado y un crecimiento de productividad insuficiente. Pero siendo positivos, tal vez aquí también radique una oportunidad: la posibilidad de que Europa avance hacia una mayor cohesión en un mundo cada vez más polarizado.
Europa debe mirar más allá de sus posturas tradicionales y redirigir su atención hacia la productividad y la innovación. La idea de unos “Estados Unidos de Europa” defendida por Jacques Delors parece más relevante que nunca, pero para ello todavía se precisan de avances regulatorios todavía incompletos.
En definitiva, el segundo mandato de Trump traerá consigo ciertas incógnitas que, mal gestionadas, podrían llegar impactar negativamente sobre su solvencia. Los riesgos fiscales e inflacionarios, las posibles fricciones con la Fed y el resurgimiento de bloques económicos rivales conforman un panorama de gran incertidumbre. El verdadero desafío será discernir si este nuevo mandato conducirá a una economía más sólida o si, por el contrario, socavará la confianza en la solvencia de la potencia estadounidense. Y es aquí donde las agencias de rating continuaremos monitorizando su evolución de forma precisa.
También te puede interesar
Lo último
Oro negro | Crítica de danza
El cuerpo como territorio
Zahir Ensemble | Crítica
Series y vientos clásicos