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OBITUARIO
Jonathan Brown (Nueva York, 1939), fallecido este martes en su casa de Princeton (Nueva Jersey), es uno de los historiadores cuya dimensión y grandeza puede parangonarse con la de algunos de los intelectuales e hispanistas que, desde Estados Unidos, contribuyeron a renovar su visión de la historia de nuestro Siglo de Oro, como Américo Castro, con la máxima preocupación de insertar el arte español en un contexto europeo. De una curiosidad y ambición científica desbordante tuvo siempre en cuenta, cuando vino a recibir algunas clases con Diego Angulo y Francisco Javier Sánchez Cantón, que nuestra disciplina en aquel entonces era cerrada y endogámica. Precisamente muchas de las líneas que abrió Angulo fueron seguidas por el hispanista norteamericano: el estudio de la pintura del renacimiento y barroco, el dibujo español, el coleccionismo y el arte hispanoamericano fueron áreas de estudio sobre las que transitó, y en todas abrió nuevos enfoques y sólidas aportaciones que no siempre fueron entendidas desde nuestro país, y valga como ejemplo la recepción que tuvo La Edad de Oro de la Pintura en España (1990).
Fundamental fue su libro Images and Ideas in Seventeenth-Century Spanish Painting (1978), algunas de cuyas partes fueron avanzadas en la prestigiosa revista Art Bulletin como el artículo dedicado a los Jeroglíficos de la muerte y la salvación de la Hermandad de la Caridad de Sevilla (1970). El libro, que fue traducido al español por Vicente Lleó (1981), fue un revulsivo para algunos historiadores españoles que vieron cómo la historia de la pintura española podía renovarse desde un estudio cultural e interdisciplinar que se proyectara sobre toda una sociedad. Una de las grandes aportaciones fue su faceta visionaria, y en ella sin duda están su artículo de Murillo como pintor de temas eróticos en la revista Goya (1982), o su trabajo sobre "Mecenazgo y piedad: el arte religioso de Zurbarán" que le encargó Alfonso E. Pérez Sánchez para el catálogo de la exposición antológica del artista de 1988 en el Museo del Prado.
Brown nunca se olvidó de su condición de historiador y buen ejemplo de ello fue su trabajo trascendental junto a otro insigne hispanista, John Elliott, A Palace for a King. The Buen Retiro and the court of Philip IV (1980), que nos ayudó a entender la verdadera dimensión de Velázquez y su papel en la Corte, así como la dedicación de Felipe IV como coleccionista. Las palabras de Juan José Martín González en la reseña de este libro valoraban precisamente la renovación al haber conseguido crear "una metodología". Es precisamente ese método el que le ayudó a entender el coleccionismo en su verdadera dimensión, como promoción y proyección del mecenas y como reflejo de un gusto hacia determinados artistas. Esta tesis es la que sostuvo en otro artículo referencial sobre las colecciones de Fernando Enríquez de Ribera, III Duque de Alcalá, escrito en Art Bulletin (1987) junto a Richard Kagan, otro insigne historiador y amigo.
Profesor emérito de Bellas Artes en el Institute of Fine Arts de la Universidad de Nueva York, fue precisamente su metodología renovadora la que se evidencia en trabajos maduros como El triunfo de la pintura: sobre el coleccionismo cortesano del siglo XVII (1995). Pero, sin duda, su dedicación a Velázquez ocupó buena parte de sus investigaciones con el propósito de ajustar la visión del artista a un altísimo nivel de calidad, tal y como se demuestra en su Velázquez pintor y cortesano (1986) o en sus Escritos completos sobre Velázquez, que impulsó el Centro de Estudios Europa Hispánica (2008).
Decíamos más arriba que su renovación no fue solo en el campo de la pintura, sino también en el del dibujo y la obra gráfica, ocupándose en esta parcela de los grabados de Ribera. Sus trabajos dedicados a Francisco de Herrera el Mozo o a Murillo así lo demuestran también, estudiando las facetas de estos artistas como dibujantes. Definió de forma sagaz la identidad del dibujo español y un compendio de todo su conocimiento en este campo lo tenemos en la exposición titulada The Spanish Manner. Drawings from Ribera to Goya (2010) en la Frick Collection de Nueva York.
La última etapa de su trayectoria investigadora la ocupó en definir la antigua monarquía hispánica como un "área cultural" con flujos y circulaciones artísticas, comenzando a hacer uso del término "transferencia cultural", como puso de manifiesto en la exposición Los siglos de Oro en los Virreinatos de América (1999) y sobre todo en el libro, editado junto a Luisa Elena Alcalá, Pintura en Hispanoamerica 1550-1820 (2014).
Como auténtico hispanista Goya nunca estuvo ajeno a sus intereses, y buen testimonio fue la exposición Goya's last works (2006) junto a Susan Galassi en la Frick Collection. Precisamente en el último libro que publicó gracias al impulso de Estrella de Diego titulado No solo Velázquez defendía con elegancia, convicción y firmeza la autoría de una de las últimas obras del artista, La lechera de Burdeos, rebatiendo así las fantasiosas y oportunistas visiones de algunas historiadoras que nunca entendieron la verdadera dimensión de este auténtico gentleman de la Historia del Arte español. Descanse en paz.
El director del Museo del Prado, Miguel Falomir, calificó el fallecimiento a los 82 años del hispanista Jonathan Brown como "una gran pérdida para la historia del arte español y una tristísima noticia para el Museo del Prado". "Ahora que parece inminente el inicio de las obras del Salón de Reinos, conviene recordar que sin Brown y Elliott, que dedicaron en 1980 a este espacio palaciego uno de los libros más bellos e influyentes sobre el siglo XVII español (Un palacio para el rey: el Buen Retiro y la corte de Felipe IV), probablemente dicha ampliación nunca hubiera sido una realidad", precisó Falomir. / EFE
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