Armonica Stanza | Crítica

Barroco español a medio gas

Armonica Stanza en San Luis

Armonica Stanza en San Luis / Lolo Vasco

Fue como ver a un bólido de carreras sin pasar de cuarta, a un atleta de élite con los cordones desatados, a la rapaza sin terminar de romper el aire. Muy mermadas sus facultades vocales, Mariví Blasco dio un ejemplo de profesionalidad afrontando este repetorio de auténticos hit parades del Barroco español con una actuación para el recuerdo, por su capacidad para transformarse y, casi cantando hacia dentro, crear una atmósfera de un sugerente intimismo por el que no pudieron correr esta vez sus penetrantes agudos ni sus acrobáticos ornamentos (aunque aquí y allá se atrevió con alguna agilidad, ¿cómo eludirlas en Ay, que sí, ay, que no?), pero sí la intención expresiva y la elegancia y claridad de la prosodia.

Sin el esmalte característico de su timbre, con una proyección muy limitada, un extremo control en las escalas ascendentes, sin forzar en las dinámicas, pasando algún apuro cuando había que empujar un poco o en algún intervalo audaz, la soprano valenciana salvó el recital apoyada en un par de compañeros que la arroparon con arrobo (no recuerdo a un Álvaro Garrido tan contenido jamás). Florent Marie acompañó casi todo el tiempo con una guitarra renacentista (ignoro la razón de que la prefiera a la barroca, de mayor sonoridad, para este repertorio del XVII) y cuando recurrió a la tiorba fue con una clara intención de ahondar expresivamente en el texto (Ojos de Marín).

No fue lo que se esperaba, pero mucho más de lo que parecía posible con unos medios tan dañados. No sé si el público fue consciente, pero lo agradeció con espontaneidad.

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