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Daniel Ramírez: "Los Beatles no han sido superados en cuanto a su modernidad"

El periodista y escritor Daniel Ramírez

El periodista y escritor Daniel Ramírez / DS

Escribió Luis Cernuda –en un texto extraordinario-: “Hay destinos humanos ligados con un lugar o con un paisaje”. También podríamos añadir con una canción o con una melodía. Porque sí: hay temas que son reflejo de un momento de nuestra infancia, adolescencia, juventud. De cualquier momento de nuestra vida que nos haya quedado marcado. Es esta la idea que construye el poemario Tus canciones y las mías, del periodista y escritor Daniel Ramírez (Pamplona, 1992). Publicado por Aguilar, este conjunto de poemas se inspira en canciones de los Beatles, grupo clave en la vida del autor, quien por aquí se escapa del sonsonete prosaico de la actualidad política –de su trabajo en Onda Cero o en El Español- para descubrirnos la faceta lírica, para conmover al lector a través de la palabra y de otros ritmos, poéticos y pop.

-Dice usted que en este libro los poemas buscan una luz…

Sí. Pero más que buscar una luz diría que los poemas son, en sí, luminosos. Cuando repasé y corregí estos versos que formarían parte de Tus canciones y las mías me di cuenta de que eran luminosos en el sentido de que eran poemas optimistas, de mirar hacia delante. Incluso aquellos que eran nostálgicos. Aquí la nostalgia es entendida como una sustancia de alegría de lo vivido y de construir recuerdos felices. Vi ese carácter alegre y entendí que el hilo conductor que uniría a mis poemas serían canciones de los Beatles.

-Sí: desprende usted un optimismo poco habitual en su generación.

Es verdad que se trata de una generación que se incorporó al mercado laboral en un contexto muy jodido, la crisis de 2008. Un contexto que por cierto no ha terminado de irse del todo. Era una situación sin duda difícil para los que habían terminado sus estudios, la universidad… entre 2010 o 2015, aproximadamente. Pero también creo, aunque suene ingenuo y me caigan palos por decir esto, que somos una generación muy creativa. Con más oportunidades que nunca. Tenemos más fácil que nuestros padres construir una vida apasionada, más vertiginosa, más libre. Cuando hago poemas generacionales intento que se alejen de la autocomplacencia. Es verdad que la situación que vivimos es difícil, pero la queja y la autocomplacencia no llevan a ninguna parte.

-De la alegría, el júbilo… a la nostalgia. Otro tono de este libro. En su ocasión leí que la nostalgia puede ser reaccionaria o engañosa.

Puede ser reaccionaria si la nostalgia se convierte en una especie de prisión invisible que te encierra en tu pasado. En los momentos felices del pasado. Pero yo niego la mayor: la nostalgia puede ser sinónimo de la alegría de lo vivido. Eso que González Ruano dijo en un libro, lo de la alegría de andar. El otro día tomando café con Pedro G. Cuartango me decía que el único patrimonio que tenemos es el tiempo. Por encima del dinero, del prestigio profesional, literario. Hacer poemas con la idea del tiempo es un ejercicio muy sano para darse cuenta de lo importante que es administrar ese patrimonio tan importante. Para mí quien vive la nostalgia es alguien que construyó buenos recuerdos en un presente ya pasado. Eso es positivo.

"No creo que haya que idealizar el pasado, pero en cuanto a la materia prima de los políticos hay una degradación permanente".

-En este libro prevalecen los Beatles, claro. Pero ¿cuál cree que son las canciones de su generación? Aquellas sobre las que se podría escribir poemas.

Uf. Tendría que pensarlo. En mi caso es que he sido un inadaptado, musicalmente, a los tiempos presentes. En mi familia se dedican a la música clásica. Siempre he estado rodeado de la música de otro tiempo. Cuando era niño, correteaba alrededor de una mesa, en mi casa, con las canciones de los Beatles. Del mismo modo que aprendí a leer con los tebeos de mi padre –Capitán Trueno, El Jabato-, crecí con grupos que no son para nada generacionales. Es cierto que luego he estado pendiente de las cosas que han ido apareciendo. Me ha interesado especialmente Leiva, quien creo que es uno de los grandes artistas de mi tiempo. Ha sabido combinar el rock y la modernidad con los mejores elementos del pasado. Es un gran músico y letrista. Siento también de mi generación a Hombres G. Hay un gran paralelismo entre Hombres G y los Beatles. En el sentido de que son grupos que gustan a varias generaciones. No pasan de moda. Además, Hombres G tienen esa difícil sencillez barojiana. El cuidadoso descuido barojiano. Parece todo muy sencillo. Pero su sencillez es muy difícil. Como puedes ver no soy un gran oyente de música, digamos, moderna. No obstante, creo que Los Beatles no han sido superados en cuanto a su modernidad.

-No sé si decir que el amor y la familia son las dos pesas de la balanza de su poemario.

Más el amor y la infancia. Recuerdo un poema de Luis Alberto de Cuenca, para mí un maestro, que dice: “Al final solo importan las cosas del principio”. Cuando una persona está en el ocaso de su vida siempre vuelven al principio. El otro día entrevistó a Carlos Alsina a Luis del Olmo, con motivo de los cincuenta años del programa “Protagonistas”. Luis del Olmo volvía una y otra vez a los recuerdos de Ponferrada, la estación de tren, las viejas radios, el tabaco negro… Al final solo importan las cosas del principio. Recuerdo otra declaración de Garci en la que dijo que él no tenía “mundo interior sino mundo anterior”.

-Usted trabaja la actualidad. En la radio y en el periódico. ¿Quién está dando el cante en nuestro panorama político?

La pregunta es casi quién no. Quién no está dando el cante. El panorama es desolador. Yo he tenido la suerte, por mi trabajo, de hacer una serie de entrevistas a ministros de otra época. No creo que haya que idealizar el pasado, pero en cuanto a la materia prima de los políticos hay una degradación permanente. Hay gente buena, pero la norma es la del político iletrado. La del político que se agarra al escaño porque es consciente de su mediocridad. No quiero parecer un antisistema o entonar la antipolítica como argumento. Pero no te puedo decir otra cosa. Es lo que veo casi a diario en el Congreso.

-¿Y al son de qué melodía baila la España de hoy? 

España baila desde 1977 al son de Here comes the sun. Los intentos de nuestros “queridos políticos”, que decía Umbral, no son suficientes para dar sombra a un país con tanto sol. España es un país alegre, divertido, rockanrollero y maravilloso.

 

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