"La Celestina tiene un mensaje elemental: la ambición de poder lleva a la tragedia"

Roberto Quintana interpreta a la alcahueta más célebre del Siglo de Oro en un montaje de Teatro Clásico dentro de 'Las Noches de la Buhaira' · La obra se representará hasta el próximo 5 de septiembre en la Buhaira

Jesús Albarrán / Sevilla

11 de agosto 2010 - 05:00

Nombrar a Roberto Quintana es hablar de teatro andaluz. Fundador del Centro Andaluz de Teatro y con más de 40 años de experiencia en el mundo escénico, este veterano actor sevillano se enfunda en la piel de la alcahueta más famosa del Siglo de Oro en La Celestina de la compañía Teatro Clásico, desde hoy y hasta el 5 de septiembre, de miércoles a domingo, en Las Noches de La Buhaira.

-La obra se estrenó hace dos años en el Lope de Vega. ¿Cómo ha crecido su relación con el personaje?

-La Celestina es un personaje muy lejano a mí por razones obvias. Es una figura que cualquier actor conoce porque el texto es lo suficientemente imponente para que lo reconozcas, pero no esperas interpretarla, no es lo normal. Cuando en Teatro Clásico me ofrecieron el papel tuve un encontronazo con la protagonista, pero luego me percaté que desde el punto de vista de la interpretación no es tan complicado encarnar a una celebridad dramática. Es un personaje mítico que está por encima de todo, de la historia, del paso del tiempo, incluso de la adscripción sexual y no necesita ser interpretado por una mujer como ocurre con otros.

-¿Cómo se aprecia en esta versión el caracter divulgativo de la compañía Teatro Clásico?

-El tema de La Celestina es universal, y siempre he creído que la manera de acercar la obra al público es intervenir sobre el texto de manera coherente y no dañar los perfiles históricos que lo definen y, sin embargo, que gane en contemporaneidad, que al hombre de hoy le resulte atractivo. Esta obra siempre me ha parecido un texto difícil de llevar al escenario, supongo que porque no fue concebida como una obra de teatro sino como un texto dialogado. Alfonso Zurro lo ha conseguido con su adaptación y, sobre todo, incluyendo al coro, que se convierte en una especie de semáforo, de conductor de la acción.

-¿Qué valores tiene la obra hoy?

-Hablamos de contravalores, porque el mensaje del texto es que los espectadores tomen nota de los acontecimientos que tienen lugar en el escenario para que no caigan en los mismos errores que los protagonistas de la acción, Calixto y Melibea. La Celestina trasmite un mensaje muy elemental, la ambición de riqueza y poder no lleva más que a la tragedia. Quizá una lectura crítica que reflejara la era consumista de hoy día sería excesivo pero, como a todos los grandes textos, si a La Celestina le empiezas a sacar punta tiene una caja de lápices entera, es una especie de supermercado de temas.

-¿Se siente más cómodo en la tragedia o en la comedia?

-Sigo pensando que estoy acostumbrado como actor a la tragedia pero también he actuado en comedia y me he encontrado muy cómodo. Lo que siempre busco es que los textos estén bien escritos y que la proyección al público esté asegurada. En este sentido, es más fácil encontrar textos interesantes entre los clásicos por que ya han pasado el examen del tiempo.

-Es un hombre de teatro, pero también ha hecho cine y televisión.

-Llevo actuando desde hace 43 años. El teatro es mi vida. Si volviera a nacer volvería a subirme a un escenario porque no he tenido que renunciar a cosas por el teatro, sino que me he desprendido de ellas por voluntad propia, por amor a él. Creo que la representación escénica tiene algo que el cine no tendrá nunca. El teatro no es lo que hace el actor en el escenario, sino lo que ocurre cuando un actor y un espectador se encuentran con una historia de por medio. El actor es de carne y hueso, vive y habla para el espectador. Por eso cada función es un hecho irrepetible.

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