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Libro Revisando el mito del genio del saxo

Charlie Parker, héroe trágico del jazz

  • La editorial Alba publica por fin en España la biografía que el escritor y crítico Gary Giddins realizara hace años sobre Bird, uno de los músicos más influyentes del pasado siglo XX

La leyenda enmascara y puede llegar a borrar del todo las facciones del héroe. Pero también logra fijar en ocasiones una imagen indeleble que, a la manera de las antiguas máscaras del drama griego, resume, mediante rasgos exagerados entre la caricatura y el arquetipo, la personalidad de los grandes hombres. No en vano, persona, en latín, quiere decir máscara. Quién sabe si, en el fondo, no hay más verdad que la representación de la verdad. En tal caso, bastarían apenas dos sílabas, Ko Ko, por ejemplo, o un refulgente y apabullante solo de saxo para conocer a Charlie Parker. Pero no: no nos bastan el asombro y el júbilo. Necesitamos explicarlos.

La biografía puede erigirse en el más eficaz instrumento de encubrimiento o, como en el caso de esta síntesis de Gary Giddins, en una feliz forma de conocimiento, una ocasión privilegiada para esa desigual intimidad que media entre lector y protagonista.

Bird: El triunfo de Charlie Parker comienza hablándonos de un Parker deificado: algunos, como la gentil baronesa de Koenigswarter, la Nica o Pannonica de las canciones, en cuya casa falleció el músico, aseguraban que en el preciso instante de su muerte pudo oírse un trueno. Hoy seguimos fantaseando sobre Parker, y cuando oímos su música, entendemos lo justo de su apodo, Bird, pues como un pájaro Parker parece alzarse sobre el escenario, por encima de nuestras cabezas, cada vez que exprime su saxo alto en un solo desafiante... Pero lo cierto es que su mote tuvo un origen más bien prosaico (los músicos, de gira, atropellaron a un ave de corral, yardbird, que Parker guisó con buenas dotes de cocinero, al parecer).

El caso es que a menudo su música y su personalidad se prestan a la mitificación. No es para menos. Él fue, como es bien sabido, un genuino héroe del jazz: si el héroe trágico se enfrentaba a su destino, Parker se revolvía en cada solo contra el tiempo, contra las dimensiones físicas que no podían constreñir su genio. Julio Cortázar lo entendió -y nos lo hizo entender-, como un prestidigitador que observara cómplice la magia de otro, e imaginó en El perseguidor a un Charlie Parker alucinado en el metro de París, soñando un sueño que por fuerza había de durar más -pues estaba poblado de amigos, charla, cigarrillos, alguna pieza musical interpretada de principio a fin-, bastante más que los escasos dos minutos de trayecto. La música de Parker, su talento, parecían asimismo desbordar los límites del vinilo y de la vida. Y, por supuesto, los límites de la exégesis.

Con todo, y a pesar de nuestro desencuentro con ese punto de vista absurdo y algo snob, compartido en cierta medida por Giddins, según el cual toda música previa a una revolución estética vendría a quedar superada e incluso clausurada por ésta -así, por antonomasia, el swing, barrido por el bebop-, la presente biografía es en muchos sentidos esclarecedora. Partiendo del mito y guiado por el entusiasmo, Giddins deshace algunas de las simplificaciones y clichés que rodean a Parker y sus compañeros del jazz de posguerra, analizando convincentemente la figura y la complejidad artística de Bird, sin que su investigación derive en la fría vivisección del genio artístico ni en las conclusiones facilonas de índole pseudofreudiana o sociológica a que tan acostumbrados nos tiene el género biográfico. Sin hacer pasto en las noticias truculentas que empañan la vida de los músicos que, como Parker, arrastran una leyenda negra de excesos, Giddins no evita tampoco ni pasa de puntillas por asuntos espinosos como su adicción a la heroína y otros estupefacientes, sino que los trata en el momento y de la forma adecuados. Sin caer en la acumulación de citas, la voz del biógrafo se hace frondosa gracias al testimonio -explícito o implícito- de los muchos músicos que el crítico musical ha conocido, y a esas voces domésticas, la de su primera novia y esposa, Rebecca, y tantas otras figuras familiares.

Para quien desee iniciarse en su obra, recomendamos algunos discos imprescindibles: Rétrospective 1940-1953 (estuche de tres cedés editado por Saga), Bird & Diz (Verve), Now's The Time (Verve), Complete Jazz at Massey Hall (Jazz Factory)... En definitiva, tras la desmitificación, desenmascarado a medias el héroe, Giddins nos descubre la auténtica faz de Bird, su grandeza y definitivo triunfo: Bird vive en su música, pero ésta no hace sino devolvernos, paradójicamente, a un territorio mítico.

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