Flamenco

Dani de Morón escoge el lado amable

  • El guitarrista publica ‘Empatía’, un disco que desprende serenidad y en el que su autor busca una nueva expresividad componiendo para el cante y prescindiendo de las voces salvo en una pieza

El guitarrista Dani de Morón.

El guitarrista Dani de Morón. / Juan Carlos Muñoz

En la reseña que publicó este periódico de Cambio de sentido, el primer disco de Dani de Morón, un texto que se publicó en enero de 2013 y firmaba Juan Vergillos, el crítico se centraba en el corte final, Inmigración, y valoraba que el tocaor se decantara por la ternura "en estos tiempos de inhumano frenesí en la guitarra flamenca", eligiera el sosiego frente al "infierno vertiginoso de los picados". Más de una década después, Daniel López Vicente (Sevilla, 1981), consagrado ya como un maestro de las seis cuerdas, estrena nuevo álbum, Empatía, para reafirmarse en aquella intuición que tuvo en sus inicios: que el dominio de la técnica debe apelar a las emociones, que el arte debe comunicar.

"Es curioso, porque este nuevo trabajo tiene que ver más con ese disco primero que con los que he sacado luego. Me estoy dando cuenta en estos días de promoción", observa el intérprete y compositor, que percibe como "un reto" contar "las cosas con más pausa. La guitarra flamenca, especialmente, requiere mucha información: esta estructura de falseta, rasgueo, falseta, rasgueo es como encerrar muchas historias dentro de una pieza. Pero eso no tiene que ser una trampa", sostiene el creador ante un disco que desprende serenidad en su escucha y que sin embargo fue "compuesto en el caos. Mi casa estaba de obras y yo seguía viviendo en ella. Tengo pistas grabadas donde se oyen los martillazos, porque por muy bien que esté insonorizado el estudio se cuelan estas cosas", recuerda entre risas.

Empatía muestra a un Dani de Morón que ha conquistado la serenidad, esa mirada limpia que elige pasear por el lado amable del mundo. Estuvo a punto de llamar al conjunto Eunoia, que en griego significa pensamiento bello, el nombre con el que al final ha bautizado únicamente unos tangos. "Cuesta mucho poner título a piezas que son instrumentales. Suelo hacer una síntesis de las sensaciones que tuve mientras las compuse", dice el guitarrista, que vincula una seguiriya al término Gratitud y unos fandangos al concepto de Nobleza. "Pero Empatía", añade Dani de Morón, "envolvía mejor el conjunto: es lo raro ahora, por desgracia. Parece que polarización define mejor el tiempo en que vivimos", lamenta.

"La empatía es lo raro hoy, por desgracia. Parece que la polarización es lo que define nuestra vida"

En Empatía, Dani de Morón emprende un viaje íntimo en el que no necesita mucha compañía más allá de su guitarra: sus habituales Agustín Diassera y Los Mellis, a los que se refiere con cariño como "el comando Huelva", y Sergio Gómez El Colorao, que canta en Nobleza, la única voz de un proyecto que su autor planteó "con la misma predisposición que tengo cuando compongo para el cante" pero que encuentra una expresividad nueva en el despojamiento. Una aventura en la que este compositor sin miedo a "coger la tradición y revivirla como la siento" adapta esta vez su caudal a la precisión de los palos flamencos. "Aquí la taranta tiene estructura de taranta , y ocurre lo mismo con la bulería o la seguiriya".

En la charla irrumpe un temor que alberga este guitarrista auténtico que actúa sin coraza y que a veces, reconoce, no logra calibrar sus emociones. Recuerda un concierto que ofreció el pasado septiembre en el Teatro Central de Sevilla, "un escenario muy querido", en el que se mostró especialmente vulnerable ante el público. "Esa noche me sentí desbordado y me dije que a eso no podía llegar. Y admito que ahí se da una contradicción, entre la necesidad de estar concentrado y tener el control del instrumento y la certeza de que no puedes ser por nada del mundo un témpano de hielo. Si te dedicas al arte tienes que provocar emociones".

Dani de Morón. Dani de Morón.

Dani de Morón. / Juan Carlos Muñoz

En el horizonte Dani de Morón tiene algunas fechas marcadas: conciertos en Barcelona (15 y 16 de febrero), Bogotá (1 de marzo) y Huelva (30 de mayo) y la participación en el Paco de Lucía Legacy Festival, que recordará al maestro de Algeciras en Nueva York cuando se cumple el décimo aniversario de su muerte. "A Paco algunos lo catalogan como el Mesías, pero son los que dicen que con su muerte la guitarra se ha acabado. Y eso no es verdad. Paco abrió miles de caminos, y continúa vivo en todos lo que le seguimos. Algunos destacan que fuera técnicamente una bomba, a otros nos conmueve su sensibilidad", apunta sobre una figura con la que colaboró en la gira de Cositas buenas.

"Me debato entre la necesidad de tener el control en cada concierto y la búsqueda de las emociones"

El tocaor denuncia la "tendencia al invento" de algunos programadores que desconfían del reclamo de un guitarrista en solitario, "y lo cierto es que el público no necesita que haya un bailaor para comprar su entrada. A mí me encanta el baile, pero no me gustan las imposiciones, quiero dialogar con un artista o una artista a la que admire". Lo afirma un intérprete que se crece en las alianzas: a final de febrero visita el Auditorio Nacional junto a la Accademia del Piacere con Gugurumbé, y estará en el Sadler’s Wells en abril con Solera, de la compañía de Paco Peña. En esos escenarios, no importa el programa al que se enfrente, Dani de Morón seguirá derrochando su empatía.

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