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ROSS | CRÍTICA

La fuerza del yo romántico

Gloria Campaner

Gloria Campaner / D.S.

Programa impregnado hasta la médula de la exacerbación hipertrófica del yo el que presentó anoche la ROSS de la mano de composiciones de Wagner, Schumann y Rajmáninof (como dicen algunos que hay que escribirlo ahora). El Ich romántico que se eleva sobre el Universo para dominarlo y para dejar la impronta de su paso para la eternidad, esa eternidad que Fausto anhelaba y que sirvió a un joven Wagner para cruzar una de sus primeras armas con el género sinfónico. Cuando a Wagner le falta la palabra suele caer en lo retórico y así se evidenció, a pesar de una versión llena de energía y de fuerza expresiva llevada con mano férrea por Axelrod, desde las densas y oscuras sonoridades del inicio a los expresivos trémolos posteriores.

Gloria Campaner ofreció una muy atractiva lectura del Segundo de Rajmáninof, siempre desde el completo dominio técnico y con la complicidad de una ROSS de sonido muy matizado y sedoso y una batuta que supo fundirse con su pianismo. En el Moderato la tensión entre dramatismo y lirismo basculó más hacia lo primero, para explayarse en un magnífico legato en el Adagio sostenuto, con la complicidad de espléndidos solos de flauta y clarinete, y cerrando la obra con una fuerte carga de lirismo.

Tras unos primeros acordes desafinados de los metales, la sinfonía de Schumann consiguió una lectura llena de fuerza narrativa de manos de Axelrod, que supo remarcar los sforzandi, jugar con los tempos y recrearse en la belleza del Adagio espressivo.

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