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Gonzalo Núñez: "El amor totalmente desinteresado no existe, porque el amor es interés"

El escritor y periodista Gonzalo Núñez

El escritor y periodista Gonzalo Núñez / Juan Carlos Vázquez

Imaginación, emoción, humor –ácido e incluso negro-. Son las palabras con las que podríamos situar los cuentos que se desarrollan en el libro Los búlgaros (editorial Sr. Scott), del periodista y escritor Gonzalo Núñez (Sevilla, 1983). Se trata de una recopilación de singulares tramas, de literatura inesperada, originalísima, con aires de Rafael Azcona o de Italo Calvino. Se habla de amor –principalmente de amor-, pero este asunto tan manido se manifiesta sin un ápice de cliché o de lugar común. Estos relatos de Gonzalo Núñez, a través de la ficción, de sus personajes e historias, propician reflexiones acerca de las relaciones sentimentales. Las cuales a veces son una revolución, otras un misterio, otras un sinsentido, otras un fracaso.

-La escritora Marta Jiménez Serrano, en su libro No todo el mundo, decía algo que he leído también en Los búlgaros: la generación millennial ha tenido que construir su concepto de relación sentimental.

-Sí. Esa idea está en el prefacio del libro. Un prefacio que escribí para advertir al lector de qué daba unidad a estos cuentos –unos cuentos que fueron escritos hace unos años-. Lo que quiero decir –y en esto coincido con Marta Jiménez Serrano- es que el amor moderno pasa mucho por la construcción de la idea de pareja. A mi juicio el amor siempre ha sido lo mismo: un misterio. Es un poco como lo que decía San Agustín del tiempo, eso de si me preguntan no sé decirte, pero si no me lo preguntas sé lo que es. No obstante, una cosa es el amor y otra su encaje dentro de un marco social concreto. Este marco sí ha cambiado muchísimo en las últimas décadas. En cierta manera la noción de pareja se ha convertido en un oficio paralelo para muchas personas de nuestra generación.

-Sus relatos tienen un enfoque de fantasía o alegórico. Esto se percibe perfectamente en el cuento que inaugura el libro, en el que, en un contexto actual, se conocen dos solteros. Pero a partir de ahí todo se transforma y –con gran acierto narrativo- se ubica en la Revolución Francesa. A propósito de esta historia: ¿es el amor la gran revolución?

-En ese relato en concreto lo que quiero decir es que en el enamoramiento el paisaje se trasmuta en otra cosa. Yo puedo pasar por aquí –por la avenida de La Buhaira de Sevilla- o por la Gran Vía de Madrid y ver un entorno. Pero si paso enamorado todo cambia. Todo adquiere un sentido distinto. La fantasía histórica del primer relato de Los búlgaros viene a contar ese cambio total que trae el amor. Y esa ruptura revolucionaria. Como si, efectivamente, pasara la Revolución Francesa por tu casa.

-Es muy interesante ese paralelismo entre el amor y la revolución. Las revoluciones se asocian a la belleza y a un porvenir idílico, pero también suponen un desastre.

-Claro. De hecho, en mi relato los personajes desean alcanzar el amor porque así se solucionarán problemas personales como la soledad que cada uno sufre. Pero realmente luego llega la cara terrible de ese amor. Y también pienso en cómo un exceso de fantasía sobre el amor puede ser peligroso.

"Hay gente que piensa que el romanticismo es un ogro, gente que considera que el poliamor es la panacea. Hay mil maneras de enfocar esa construcción del amor"

-¿El amor es, sin más, una ficción?

-Puede ser. Sí. Hoy día el amor es una ficción y nos vamos preguntando constantemente qué es, buscando el concepto en el otro, queremos darle un sentido... Pero como hoy todo ha perdido sentido, pues no sabemos muy bien cómo definir la relación sentimental y nuestra noción de amor. Hay gente que piensa que el romanticismo es un ogro, gente que considera que el poliamor es la panacea. Hay mil maneras de enfocar esa construcción del amor.

-En Los búlgaros hallamos sobresalientes símiles, metáforas –no me resisto a recordar aquel en el que los abdominales aún no definidos de un hombre se comparan con los primeros invitados que llegan a una fiesta-. Es un recurso que le interesa.

-La metáfora y el símil son los que le dan jugo a una frase. Te da más potencia expresiva al relato. Hay un tipo de literatura hoy día muy seca o desnuda que sería incapaz de cultivar. Aunque también huyo del barroco. Precisamente porque soy muy barroco, como sevillano que soy. Intento buscar un punto intermedio entre ambos estilos.

-Uno de los relatos, de título La mudanza, tiene tintes detectivescos. Es una historia muy desconcertante. Ahí quizá otra lectura que subyace: el amor como desconcierto. O misterio, duda, incertidumbre.

-Si te das cuenta, todos los relatos del libro son sobre el origen del amor. Historias que están empezando, o que duran poco, o que están intentando asentarse. Son historias en las que la duda o la incertidumbre están muy presentes. Incertidumbre hacia ti mismo y hacia la otra persona. El cuento que mencionas es una historia de amor fantasmal, y en mi caso he querido hablar de la adicción. La adicción para encontrar a la otra persona, y también la adicción al alcohol, que nubla el juicio del protagonista.

-El libro se inclina hacia la melancolía, pero también hacia el humor. No sé si porque lo que al final lo que nos salva, como escribió Javier Salvago, es el humor. Y no el amor.

-Melancolía y humor son los dos tonos generales del libro. El hecho del humor me permite potenciar tensión, aunque resulte extraño esto que te digo. Hay relatos de tono satírico, como el del coach. Con su tema de la felicidad…

-Carga usted contra el discurso del coach, sí.

-Cargo contra ese coach amoroso, que existe. Son discursos motivacionales pero muy individualistas y ultracapitalistas: piensa en ti, primero tú, busca tu placer, los demás que se jodan, etc. Y no: en el amor tiene que haber codependencia. Esa no es una visión tóxica de las relaciones sentimentales. Es lo que hace que el amor tenga sentido.

"En el amor tiene que haber codependencia. Esa no es una visión tóxica de las relaciones sentimentales. Es lo que hace que el amor tenga sentido".

-En el último cuento la protagonista da a entender que su relación no es tanto por amor como por un interés personal –aunque la otra persona le agrade y le cuadre-. Me pregunto si puede ser de otra manera. Es decir, ¿existe amor sin interés personal? Cuando estás con alguien es porque ese alguien te suma.

-El amor totalmente desinteresado no existe, porque el amor es interés. Aunque, bueno, puede existir el amor desinteresado hacia una figura divina, una idea, la literatura de Dostoyevski… Pero en la pareja no existe el amor desinteresado. Este último cuento está inspirado en los guiones de Azcona. Se trata la precariedad, la vivienda, el problema intergeneracional, gente que sólo puede aspirar a heredar, no a hacer patrimonio... Y aquí pasa lo que tantas veces: individuos que se mete en relaciones, no muy convencidos, para así solucionar problemas propios. Aunque luego se da cuenta de que ese no es el camino.

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