La ventana
Luis Carlos Peris
A ver qué nos espera
Un gran toro. Fue el segundo. Armónico de hechuras, bajito y recortado, fino de cabos y sin exageraciones de volumen, no obstante, cumplía de sobra las exigencias en lo que debe ser la seriedad en plaza de primera. Un ejemplar con mucho fondo y todos los atributos de la bravura en grado superlativo. Fue noble y tuvo fijeza, respondió con prontitud, se desplazó largo y siempre por abajo. Toro con mucha transmisión. Muy importante.
Le tocó a José Calvo, torero local y modesto, que en esta misma plaza ha demostrado que debía tener más y mejores oportunidades, aunque esta vez hay alguna pieza que no ha encajado bien en su actuación. Y no es que Calvo estuviera mal, sencillamente no llegó a la altura del muy notable toro.
El hombre pegó pases bonitos por la derecha. Antes, en el recibo, hubo también lances majestuosos. Pero la faena fueron apenas tres o cuatro pasajes de muletazos compuestitos, de gusto y estética, sí, pero sin profundidad. No crujió la plaza. Y es que la apuesta del torero fue insuficiente. Calvo cortó sólo una oreja donde había dos.
Hubo tres toros más de buen tono. Al mismo Calvo hay que anotarle en el debe las precauciones y falta de ambición en el quinto. El Califa no se centró. Morenito de Aranda se quedó también escaso en su primero, en faena de altibajos. Y en el último le faltó también actitud.
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