La nueva Holiday se estrena como sala de conciertos con la personalidad libre de Papaya
El trío presenta 'No me quiero enamorar', un disco donde cohabitan las referencias más diversas
Suele ocurrir que, en una conversación, la gente le acabe preguntando a Yanara Espinoza por sus orígenes. "Me dicen: Tú hablas canario, pero pareces japonesa y me cuentas que eres de sangre chilena. No entienden nada. Lo que ocurre es que mis padres son chilenos, y tengo abuelos gallegos, andaluces, japoneses... Y mi familia se vino a Canarias cuando yo acababa de nacer", cuenta la cantante, que precisamente por la singularidad de sus raíces ha elegido el nombre de una fruta exótica como nombre artístico para su última banda, Papaya. En el primer concierto que se programa en la nueva Holiday -hoy a partir de las 22:30, entradas a 9 euros-, la formación presenta No me quiero enamorar (Jabalina), uno de los discos más imaginativos e inspirados de la temporada y confirmación de las buenas vibraciones que había dejado el anticipo de El rey de las camas.
Parte del encanto y la frescura de Papaya, compuesto también por Sebastián Litmanovich (teclado, guitarra) y Miguel Aguas (bajo), es la mezcla de referentes que maneja un álbum en el que conviven con una sana falta de prejuicios desde la vertiente más sombría del pop nacional de los 80 hasta la sensualidad desatada de Raffaella Carrá o el refinado exceso de Roberto Carlos y Julio Iglesias. "Hemos escuchado música muy variada, tanto española como sudamericana, y no nos cerramos a un género en concreto. Por eso lo que ha salido es una locura", afirma Espinoza, que reivindica a Carrá, Iglesias o Roberto Carlos. "Mucha gente rechaza esas canciones porque era la música de sus padres, pero una generación como la nuestra ya no reniega de ellas, las cogemos de una manera más limpia". Ellos vienen dispuestos a seducir con ese repertorio difícil de encasillar: "En el escenario disfrutamos más que grabando o componiendo. Nos encanta regalar nuestras canciones".
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