La ópera 'Lucia de Lammermoor' llega al Maestranza

Leonor Bonilla: "Siento más nervios aquí que en Italia; es mi tierra, no quiero defraudar a nadie"

  • Después de triunfar en Italia, esta joven soprano sevillana regresa este viernes a su ciudad natal para debutar, con 'Lucia de Lammermoor' de Donizetti, en el teatro en cuyo coro debutó y comenzó su hoy fulgurante carrera

La soprano sevillana Leonor Bonilla, retratada en el Teatro de la Maestranza, entre la escenografía de la ópera.

La soprano sevillana Leonor Bonilla, retratada en el Teatro de la Maestranza, entre la escenografía de la ópera. / Belén Vargas

En muy poco tiempo esta prometedora cantante sevillana ha pasado de cantar en el coro del Teatro de la Maestranza a ganar importantes concursos, triunfar en Italia y, por una vez, ser profeta en su tierra, a la que vuelve como protagonista nada menos que con Lucia di Lammermoor, ópera de Donizetti que llega este viernes  al coliseo lírico del Paseo Colón, donde se podrá ver también el próximo lunes y los días 1 y 4 de noviembre. 

–¿Cuáles fueron sus comienzos en el estudio del canto?

–Lo del canto es relativamente reciente, porque yo empecé estudiando danza y terminé en 2008. Después empecé Magisterio Musical y allí descubrí los coros, empecé en el de la Universidad y dos años más tarde entré en el del Maestranza. Empezó a gustarme el canto y decidí a los 21 años estudiar canto en el conservatorio de Sevilla, donde estuve cinco años formándome con Esperanza Melguizo. Después hice cursos y masterclasses en Italia y en la actualidad sigo formándome con Alfonso Leoz y Rocío Ignacio. A la hora de preparar nuevos papeles trabajo en Sevilla con Carlos Aragón. No pude completar el título del conservatorio porque una vez que comencé a cantar ya no podía acudir a las clases, que siguen siendo presenciales y es una pena que no te den facilidades para ello.

–¿Cómo fueron sus primeros pasos como cantante profesional ya fuera del coro?

–El primero fue un pequeño papel en Tosca en el Teatro Calderón de Valladolid y de ahí salió hacer la Servilia en La clemenza di Tito en el mismo teatro. Después fui seleccionada para el Opera Studio de Tenerife, donde canté en Cenerentola y La Bohème.

–¿Y sus primeros pasos en en el Maestranza ya de solista?

–Siempre recordaré mis tiempos en el coro, porque fue cuando se despertó mi amor por la ópera. Luego vendrían algunos partiquinos y ya en el 2015 canté un papel en la ópera para niños El pequeño deshollinador. En el 2016 canté en Carmina Burana con la Orquesta Nacional de España y después la Giannina de L’elisir d’amore.

–Usted ha tenido suerte con los concursos y recientemente ha obtenido siete premios en el Concurso Viñas de Barcelona. ¿Cuál es su opinión sobre la importancia de los concursos para la carrera de un cantante?

–Sirven para medirte, contigo misma y con los demás, así como para hacer contactos y darte a conocer. Personalmente no me gusta competir, pero los concursos son una gran plataforma y afortunadamente para mí el Viñas ha sido muy importante. Recuerdo que cuando acabé de cantar Linda de Chamounix escuché un gran estruendo y con la tensión del momento no me di cuenta de lo que pasaba hasta que la pianista me dijo "Tienes el Liceo a tus pies" y yo sólo quería irme de allí.

–Hasta ahora ha hecho más carrera en Italia que en España.

–Los dos primeros años sí, aunque ahora tengo por delante más trabajo en España. Me hace mucha ilusión cantar en el Teatro Villamarta de Jerez Orfeo y Eurídice en enero de 2019. En Italia he cantado Francesca da Rimini de Mercandante y recientemente Giulietta e Romeo de Vaccai y luego Falstaff y Rigoletto.

–¿Qué se siente al leer en Italia, la tierra de la ópera, las estupendas críticas que usted tuvo?

–Mucha felicidad. Siempre ayuda, aunque los mejores críticos somos siempre nosotros mismos, que somos los que mejor sabemos lo que hemos hecho bien o mal.

–¿Es el de Lucia di Lammermoor su reto más importante hasta el momento?

–Sin duda. Y mentiría si dijera que no estoy nerviosa, porque es mi tierra y el teatro donde di mis primeros pasos, y no quiero defraudar a nadie. Estoy más nerviosa aquí que si lo hiciese en cualquier teatro de Italia. Es un gran orgullo que hayan pensado en mí para un papel tan importante. Es además mi debut con este papel. Es un papel muy expuesto y largo, que te exige mucho a nivel vocal y expresivo. La escena de la locura es todo un reto, 20 minutos tú sola, con frases que exigen un largo fiato y que se contradicen con las emociones que está sintiendo el personaje. Equilibrar la parte escénica y la parte vocal es complicado.

–Al margen de esa famosa escena, ¿cuáles son los momentos más complicados de la partitura?

–La primera aria, Regnava nel silenzio, que tiene frases muy largas. La tesitura me resulta cómoda, a pesar de algunos graves, pero la mayor dificultad está en el fiato y en el fraseo.

–¿Cómo se entra en un personaje tan extremo y tan poco creíble a priori como el de Lucia?

–Siempre me pregunté qué tenía que pasar por la cabeza de una persona para que cometiera locuras como las que leemos cada día en la prensa. Hace poco tuve una discusión fuerte con alguien muy cercano y tuve tal grado de ansiedad que puede comprender en parte ese tipo de reacciones. Por un instante no era yo misma y eso es lo que he intentado volcar sobre el personaje de Lucia. Al margen de esto, en la ópera se puede ver que Lucia ya no está bien desde un principio: su padre ha sido asesinado por la familia del joven al que quiere, está sometida a la autoridad férrea de su hermano, que la tiene encerrada en el castillo. Su única vía de escape es Edgardo, del bando contrario a su familia, pero la casan con otro y hasta el propio Edgardo acaba tratándola mal. Se explica así su locura, es una víctima del entorno masculino en el que se mueve.

–Si el Maestranza le propusiese volver con la ópera que usted quisiera, ¿cuál escogería?

–Me encantaría cantar la Norina de Don Pasquale. O la Olimpia de Los cuentos de Hoffmann, que nunca he tenido ocasión de hacer.

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