Luz Arcas en el Central

Luz Arcas, una invitada de excepción en el Teatro Central

Una escena de 'Bekristen', el sábado en el Teatro Central.

Una escena de 'Bekristen', el sábado en el Teatro Central. / M. G.

Hace unos años, el Teatro Central le dedicó una semana completa de su programación al creador belga Jan Fabre. Ahora, su director, Manuel Llanes, ha decidido repetir la experiencia, pero con una creadora andaluza: Luz Arcas, fundadora y directora de la compañía La Phármaco.

El objetivo no es otro que el de ofrecerle a la artista espacio suficiente para que pueda mostrar algunos de sus trabajos más significativos y trabajar, si se da el caso, con jóvenes de la comunidad.

En esta ocasión, la bailarina y coreógrafa impartió un taller el pasado lunes en la Sala B del teatro, bajo el título de Lo bajo y lo alto y en colaboración con el Centro de Creación Coreográfica de Andalucía.

En cuanto a los espectáculos, anoche se abrió la semana teatral con Psicosis 4.48, una pieza de teatro protagonizada por la actriz Natalia Huarte. Se trataba de una ópera prima, ya que Arcas, que además de danza también estudió dirección de escena, no había dirigido teatro hasta que recibió este encargo del Teatro Español de Madrid. La pieza, un durísimo texto de la escritora británica Sarah Kane, el último que escribió antes de suicidarse cuando apenas había cumplido los 28 años, se estrenó el pasado año en los madrileños teatros del Canal.

Esta tarde, la propia Luz Arcas saltará a la escena para bailar Trilla, un diálogo de tú a tú entre la bailarina y la música -de base electrónica con muchos guiños al folklore- de la también andaluza afincada en Madrid Le Parody.

El plato fuerte, sin embargo, llegará el sábado 16 con Bekristen, un proyecto que ha costado siete años completar.

"La domesticación –explica la creadora-, primera pieza de esta trilogía, que es un auténtico tríptico, se estrenó en 2019 pero su historia viene de mucho tiempo atrás, de mi trabajo en Malabo, en Guinea Ecuatorial, de mi embarazo y mi parto… Yo atravesaba una crisis artística tan profunda que casi me hizo dejar de bailar; sentía un rechazo enorme hacia mi propio trabajo y hacia la visión heredada y convencional que tenía de la danza. Entonces empecé a viajar y a interesarme por el cuerpo como resistencia. Pensé que tenía que asumir los momentos bajos, la sensación de haber hecho un trabajo fallido. Ahora estoy feliz de haberme atrevido a montar La domesticación, aunque tengo que confesar que el conjunto no cobró sentido hasta hace muy poco, hasta que no realicé la última y más breve de sus partes, La buena obra".

Bekristen es un nombre de la legua fang que significa cristianos y surgió en Guinea Ecuatorial, la excolonia española devastada por el imperialismo. En medio de un mundo dominado por el consumismo y los desechos, la creadora se preguntaba qué podía hacer frente al dolor que la rodeaba. Así cuenta que, como en los trípticos del Bosco, Brueghel o Bacon, lo que hizo fue intentar plasmar algunos hitos o tránsitos del alma humana.

Las tres piezas que componen el citado tríptico, que sólo se ha visto completo en el pasado Festival de Otoño de Madrid y ahora llega a la chácena del Teatro Central, son La domesticación, Somos la guerra y La buena obra. Un tríptico sobre el alma y el cuerpo en el que Arcas ha profundizado en tres etapas de la vida, especialmente de la mujer, como son la juventud, la madurez y la vejez, o por decirlo con Bataille, el erotismo, el trabajo y la muerte.

En esa línea, la artista le confesaba a este periódico que "tras revisar el conjunto decidí eliminar el solo que yo bailaba en La domesticación y ahora solo bailo en Somos la guerra (obra estrenada en 2021) porque yo ya estoy en un período de madurez y esta primera pieza, entre otras cosas, es un paraíso perdido en el que las bailarinas muestran una fuerza y un poderío realmente sublimes".

En la tercera parte, La buena obra, la malagueña se ha centrado en el concepto de obsolescencia, por ello los protagonistas son esos cuerpos de más de 65 años que ya están fuera del circuito económico en el mundo neoliberal que estamos viviendo.

Un trabajo realmente especial ya que en el escenario estarán, junto a Luz López, su madre, y a una de sus cómplices, Ángeles de Paz, seis personas mayores (cuatro mujeres y dos hombres) elegidos en Sevilla mediante una audición a la que se presentaron más de 40 candidatos y candidatas.

"La buena obra cierra y da sentido al proyecto, aunque yo creo que, en lugar de cerrar en círculo, abre una puerta al futuro, a un futuro en donde yo ya no seré la misma y tampoco mi danza", afirma Luz Arcas.

El conjunto de las tres obras tendrá una duración de casi tres horas y la mala noticia para los que no hayan comprado sus localidades es que las entradas llevan días completamente agotadas.

Sola o al frente de su compañía La Phármaco, creada en 2009, los espectáculos de Luz Arcas se han presentado en numerosos festivales, incluida la Bienal de Flamenco de Sevilla, en cuya última edición se pudo ver su pieza Mariana, y ha recibido premios como el Ojo Crítico de la Danza o el Lorca del teatro andaluz a la mejor intérprete femenina de danza.

Bekristen estará el sábado 16 de diciembre a las 21:00 en el Teatro Central.

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