me río por no llorá | Crítica de teatro

Marrufa, la vecina de al lado

Ana Marrufa, protagonista absoluta de 'Me río por no llorá'

Ana Marrufa, protagonista absoluta de 'Me río por no llorá' / M. G.

Ana Marrufa pone toda su sabiduría como actriz y como clown al servicio de un monólogo humorístico que sigue la estela de los stand up  importados de Estados Unidos y divulgados por programas televisivos. La base es la cercanía con el público al que se le habla de tú a tú, como si fueras la vecina de al lado, y con el que te sinceras usando tus propias experiencias vitales que acaban convertidas en un espejo en el que los espectadores se reconocen  por pura empatía.

Ana Marrufa juega entre las dos aguas del monólogo y su experiencia acreditada como excelente actriz capaz de sacar adelante 70 minutos usando únicamente su voz, su cuerpo y sus dotes interpretativas.

El humor feminista de Ana Marrufa señala las carencias de nuestra sociedad

Elabora un estupendo monólogo en dos partes: una extensa introducción que nos acaba llevando a un segundo acto, más enjundioso, dividido en tres bloques (ingeniosa la comparación con bloques urbanísticos) donde aborda, con lo que podríamos llamar ‘humor feminista’,  la diferencia salarial ante los mismos trabajos entre hombres y mujeres y la precariedad laboral (setenta horas semanales cuando el contrato solo recoge 35) y continua denunciando situaciones de acoso sexual contadas en primera persona. Marrufa se eleva, de esta manera, del simple chiste y se adentra en una  realidad más comprometida y dura, en este caso, para las mujeres.

 Hay algo de inseguridad en el montaje que recurre a muletas, permitidas por el género, como plantear un juego con el público, al principio, más propio de una animación, que no tiene ninguna continuidad en el espectáculo o la canción final que parece buscar únicamente complicidad.

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