Metáforas en el congelador
Canino. Drama, Grecia, 2009, 96 min. Dirección: Yorgos Lanthimos. Guión: Y. L. y Efthymis Filippou. Intérpretes: Christos Stergioglou, Michelle Valley, Aggeliki Papoulia, Mary Tsoni, Hristos Passalis.
Hace un año Canino se alzaba con el premio a la mejor película de la sección Un certain regard en Cannes. El tercer largometraje del griego Yorgos Lanthimos se ganaba el favor del jurado y de cierto sector de la crítica con su mirada gélida a un entorno familiar cerrado que funciona como una clara metáfora del aislamiento, la represión, la deshumanización, el control de las instituciones o, si lo prefieren, la dictadura.
Mientras el padre acude puntualmente a su trabajo en una fábrica, el resto de los miembros de su familia, esposa y tres hijos de mediana edad, todos sin nombre propio, viven encerrados en una lujosa casa de campo, sometidos a una curiosa disciplina de absurdos quehaceres cotidianos, comunicándose con un lenguaje propio, inculcado por sus progenitores, en el que las palabras adquieren nuevos y caprichosos significados, pasando el tiempo entre juegos infantiles que en ocasiones devienen estallidos de perversión o violencia, y con un único contacto con el mundo exterior a través de las visitas periódicas de una vigilante de seguridad contratada por el padre para aliviar las necesidades sexuales del hijo y que, poco a poco, va introduciendo cierta distorsión en este sistema cerrado.
Lanthimos asume una acentuada distancia estilística sobre estos personajes-autómatas y su relación con los espacios de la casa, una distancia formal que actúa a modo de dispositivo congelador, cortocircuitando con sus encuadres distópicos (planos largos y fijos, cámara en posición baja), su imagen cruda o su ausencia de música toda posibilidad de identificación o empatía con el conjunto, acentuando el efecto-pecera y las claves metafóricas de una fábula cargada de humor negro que busca una forma justa y precisa que dé cuenta del teatro del absurdo sobre la condición humana (o animal) que aquí se pone en escena.
Todo muy en consonancia con cierta modernidad, todo muy calculadamente perturbador, todo muy sórdido cuando llega el momento, frío y transgresor también, vale; pero también bastante cansino, demasiado evidente y explícito y, a pesar de todas sus filiaciones, un poco antiguo.
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