Metallica demuestra en Madrid que el tiempo no hace mella en ellos

El grupo agasajó a su audiencia con una actuación soberbia, sólida, poderosa y electrizante a la altura de las circunstancias

EFE

14 de julio 2009 - 17:09

La biografía de Metallica reza que la de este grupo es una historia "de perfecta sincronía entre hambre, pasión y tiempo". En la actuación que la banda californiana brindó la noche del lunes en el Palacio de los Deportes de Madrid, se pudo apreciar que ni el hambre ni la pasión han desaparecido, y el tiempo tampoco ha hecho mella en su destreza musical.

Tras su paso por Barcelona, el World Magnetic Tour llegaba a Madrid para presentar Death magnetic, noveno disco de estudio del grupo nacido en 1981, con Lars Ulrich a la batería y James Hetfield como guitarrista y vocalista, que completan la formación actual junto con Kirk Hammett a la guitarra y Robert Trujillo al bajo.

Con las entradas agotadas desde hace semanas para su dos conciertos en la capital, Metallica saltó en la noche del lunes al escenario ante 15.000 seguidores expectantes por lo que pudiera deparar la primera canción del espectáculo del que los fans ya pudieron disfrutar el pasado sábado en la ciudad condal y que recibió elogiosas críticas. El grupo que expandió los límites del trash metal y que construyó complejas estructuras compositivas con velocidad y volumen, agasajó a su audiencia con una actuación sólida, poderosa y electrizante, a la altura de las circunstancias.

Los primeros acordes de That was just your life y The end of the line, dos canciones del nuevo álbum, dieron el pistoletazo de salida a sendas horas de música sin desmayo, sólo alterada en esos compases iniciales por un sonido que terminó de ajustarse con el primer clásico de la velada, Fight fire with fire. Un espasmo muscular recorrió el recinto al ritmo de Creeping death y The day that never comes, que enlazaron con las guitarras rasgadas y la batería ensordecedora que proponía Cyanide.

Ya recuperado de los dolores de espalda que le martirizaron en anteriores actuaciones, Hetfield no cesaba de dirigirse al respetable público: "Estamos orgullosos de que hayáis venido esta noche a celebrar el sonido de Metallica". Phantom lord y la emocionante Turn the page, una rareza que la banda no suele prodigar en sus actuaciones, prepararon el ambiente ideal para One, recibida con alborozo y largamente aplaudida a su término.

La inconfundible melodía de Master of puppets provocó el delirio en las gradas al tiempo que Hetfield alzaba el micrófono por encima de su cabeza, invitando al público a corear un estribillo que retumbó por cada rincón del Palacio. Luces de todos los colores, flashes desbocados, Hetfield sentado en una silla como si de un cantautor se tratara y a sobrecogedora interpretación de Nothing else matters depararon momentos emotivos y de enorme categoría técnica.

La memorable Enter sadman y Seek and destroy, para la que Hetfield pidió que se encendieran las luces del pabellón, pues quería mirar "a los ojos" de los espectadores, dieron por concluido un soberbio espectáculo que, como se encargó de recordar el propio vocalista, este martes espera su segundo acto.

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