Paisajes del alma romántica
Orquesta Bética de Cámara | Crítica
La ficha
Orquesta Bética de Cámara
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Tercer concierto de la Temporada 19-20. Solista: Alberto Acuña, flauta. Orquesta Bética de Cámara. Director: Michael Thomas.
Programa: 'Del Alster al Danubio'
Zoltan Kodály (1882-1967): Nyari Este (Tarde de verano)
Carl Reinecke (1824-1910): Concierto para flauta Op.283 (1908)
Felix Mendelssohn (1809-1847): Scherzo y Nocturno de El Sueño de una Noche de Verano (1842)
Franz Doppler (1821-1883): Fantasía Pastoral Húngara Op.26
Johannes Brahms (1833-1897): Danzas Húngaras, números 17 a 21 (1869) (orquestación de Antonin Dvorák)
Lugar: Espacio Turina. Fecha: Sábado, 15 de febrero. Aforo: Dos tercios de entrada.
Obra tardía de la producción del compositor, el Concierto para flauta de Carl Reinecke es muestra de que en los márgenes del repertorio hay aún obras de belleza e inspiración muy estimables que merecen la ocasión de ser conocidas. Alberto Acuña y la Bética lo ofrecieron en una versión bien equilibrada, en la que destacó especialmente el ensoñador tiempo lento, y a la que sólo faltó un poco más de sutileza en los contrastes y un empaste algo más depurado de la orquesta (las trompas resultaron problemáticas en ese sentido toda la noche).
Más centrado en la expresión con Reinecke, Acuña pudo mostrar luego su agilidad virtuosística en la Fantasía pastoral húngara de Doppler y en el rítmico y sincopado Piazzolla de su propina.
El concierto fue en realidad casi un catálogo de posibilidades en torno a la expresión romántica: junto al formalismo de Reinecke y la fantasía virtuosística de Doppler de supuesta inspiración popular, lo folclórico se paseó también por la sugerente obra estival de Kodály (Nyári Este), que contó con unos especialmente inspirados primeros atriles de las maderas, y por supuesto por las Danzas húngaras de Brahms que, orquestadas por Dvorák, cerraron el concierto de forma algo charanguera, con un nivel de decibelios que la acústica de la sala no soporta demasiado bien.
Entre medias, al evocativo universo del Mendelssohn shakespeariano (otro mundo romántico) le faltó ese punto de misterio en la tímbrica y de sinuosidad en el fraseo que convierte lo sólido y bien hecho en mágico e inefable.
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