Un Oscar para la Historia

Cine

Penélope Cruz logra el Oscar a la Mejor Actriz de Reparto, el primero para una española, en la noche de 'Slumdog Millionaire', que logra ocho estatuillas. Sean Penn recoge el premio al Mejor Actor y Kate Winslet el de Mejor Actriz.

Un Oscar para la Historia
Un Oscar para la Historia
Susana Caballero

23 de febrero 2009 - 06:41

Su nombre estaba en todas las quinielas y, en una noche poco dada a las sorpresas (sólo se salió del guión el premio al Mejor Actor, que fue a manos de Sean Penn en lugar de a las del favorito, Mickey Rourke), los pronósticos se cumplieron y Penélope Cruz recogió el Oscar a la Mejor Actriz de Reparto por su interpretación en Vicky Cristina Barcelona, de Woody Allen.

"No van a ser 45 segundos", dijo la actriz al subir al escenario a recoger el primer premio de la noche, el primer Oscar de su carrera (ya optó a la estatuilla por Volver, entonces en la categoría principal) y el colofón a una larga lista de reconocimientos obtenidos gracias a este papel, desde el Goya al Bafta, pasando por el Independent Spirit, recogido la víspera de los Oscar.

Emocionadísima, tratando de contener los nervios y las lágrimas, la intérprete, la primera actriz española que logra un premio de la Academia de Hollywood, que dijo estar al borde del desmayo, dedicó el galardón a Woody Allen, a Pedro Almodóvar, por haber contado con ella para sus aventuras, y también a otros directores con los que ha trabajado, como Bigas Luna o Fernando Trueba. "Crecí en un lugar llamado Alcobendas, y me quedaba levantada la noche de los Oscar para ver la ceremonia, y siempre sentía que era un momento de unión mundial porque el arte es nuestro lenguaje universal y debemos hacer todo lo que podamos para protegerlo", dijo Cruz, que se despidió en español y dedicó el premio a todos los que desde España aguantaron la noche en vela para acompañarla desde la distancia y también a sus compañeros de profesión.

La noche de 'Slumdog Millionaire'

El de Penélope Cruz fue el primer premio de una noche que coronó a Slumdog Millionaire como mejor película del año. El filme de Danny Boyle se hizo con ocho de las diez estatuillas a las que aspiraba y triunfó en las categorías de Mejor Película, Dirección, Fotografía, Montaje, Banda Sonora, Canción, Guión Adaptado y Edición de Sonido. Por contra, El curioso caso de Benjamin Button, de David Fincher, abandonó el Teatro Kodak como gran derrotada, a pesar de que partía como favorita con sus 13 nominaciones. Sólo se llevó tres estatuillas, todas menores (Maquillaje, Efectos Visuales y Dirección Artística), mientras Boyle jaleaba emocionado desde la platea cada premio que ganaba su equipo y aprovechaba, al subir al escenario, para pedir una vez más disculpas al encargado de la coreografía de la última secuencia de su película por haberse olvidado de él en los títulos de crédito.

Emocionada subió también a recoger su premio una de las grandes favoritas de la noche, Kate Winslet, que no se ha marchado de vacío en ninguna de las ceremonias de premios a las que ha asistido esta temporada. Su papel en El lector le ha valido, al fin, la estatuilla la sexta vez que competía por ella, aunque reconocía que de nada le habían servido todos esos discursos de agradecimiento ensayados cuando era una niña, con el cuarto de baño como escenario y un bote de champú como galardón, "porque esto no es un bote de champú". Hubo emoción en las intervenciones de las dos actrices premiadas, y en la de Boyle, y también la hubo cuando los padres y la hermana del fallecido Heath Ledger subieron a recoger otro de los galardones más que esperados: el Oscar al Mejor Actor de Reparto (en un principio la madre de su hija, la actriz Michelle Williams, iba a ser la encargada de recogerlo, porque la estatuilla le pertenece legalmente a su hija).

Sean Penn da la sorpresa

Pero, aunque ese cambio de protagonistas fue en cierto modo sorprendente, no fue esa la gran sorpresa de la noche (tampoco el triunfo de Slumdog Millionaire, aunque más de uno temió que terminase derrotada), sino el premio al Mejor Actor, porque éste fue uno de los pronósticos que falló. El Oscar no fue a parar a Mickey Rourke, el equivalente masculino de Kate Winslet (en cuanto al éxito en entregas de premios de este año se refiere), sino a Sean Penn, que ha conseguido su segunda estatuilla (uno de los pocos veteranos en una noche plagada de ganadores debutantes) con Mi nombre es Harvey Milk (que obtuvo también el galardón al Mejor Guión Original).

Siguiendo con pronósticos y apuestas, se cumplieron los que otorgaban a WALL·E el título de Mejor Filme Animado del año (sin duda mereció algo más que eso, porque está muy por encima de las dos cintas que compitieron con ella en esa categoría, Kung Fu Panda y Bolt), pero no los que creyeron que otro filme animado, Vals con Bashir, iba a proclamarse Mejor Película en Habla no Inglesa, porque este galardón fue para la japonesa Departures.

La ceremonia

Prometieron una gala diferente, ágil y entretenida y lo consiguieron. Hugh Jackman se estrenó como presentador de los Oscar y cumplió con nota. No hubo monólogo cómico inicial, pero sí un vibrante número musical en el que Jackman repasó las principales películas candidatas y demostró sus más que notables cualidades cantoras y danzarinas (especialmente divertido fue el momento en que pidió a Anne Hathaway su colaboración para interpretar el pasaje correspondiente a Frost contra Nixon; a ella le tocó Nixon).

Tras el fulgurante inicio, que puso a todo el público en pie (algo que no pasaba desde la última vez que Billy Crystal ejerció de anfitrión), Jackman tendría ocasión de lucirse de nuevo en un homenaje a los grandes musicales de todos los tiempos ("el cambio ha llegado", dijo, y cuando todo el mundo esperaba que empezase a hablar de Obama, espetó: "Mamma Mía! ha recaudado en el Reino Unido más que Titanic"), acompañado por Beyoncé y las jóvenes parejas protagonistas de High School Musical (Vanessa Hudgens y Zac Efron) y Mamma Mía! (Amanda Seyfried y Dominic Cooper).

Salvo el desenfreno musical de esos dos números, fue una gala sobria y elegante, aunque no solemne (desde luego no lo fue la intervención de Ben Stiller, que apareció escondido tras unas gafas de sol y una barba postiza emulando la aparición en televisión, unos días antes, del cada vez más místico Joaquin Phoenix), como así lo indicaba desde el inicio el irreconocible escenario, más cercano (y bajo) que en ocasiones anteriores y con la orquesta sobre las tablas, no en el tradicional foso.

Pese a las novedades, que llegaban hasta el grafismo, o la agilidad de la gala, con esos vertiginosos e ingeniosos cambios de decorados, hubo momentos para el sosiego, porque a cada uno de los cuatro actores premiados le entregaron el galardón otros cinco compañeros premiados en cada categoría -Eva Marie Saint, Goldie Hawn, Anjelica Huston, Tilda Swinton y Whoopi Goldberg recibieron a Penélope Cruz; Christopher Walken, Kevin Kline, Cuba Gooding Jr., Alan Arkin y Joel Grey a la familia de Heath Ledger; Sophia Loren, Nicole Kidman, Marion Cotillard, Halle Berry y Shirley MacLaine a Kate Winslet; y Robert de Niro, Ben Kingsley, Anthony Hopkins, Adrien Brody y Michael Douglas a Sean Penn-, y también hubo tiempo para recordar a quienes ya no están, como Charlton Heston, Sidney Pollack, Roy Scheider o Anthony Minguella, e incluso para volver a ver los ojos azules de Paul Newman.

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