Recuperando a Pedro Rabassa
Tras los trabajos sobre compositores de las catedrales de Málaga y Cádiz, el turno tocó esta vez a Sevilla, con un programa dedicado a este barcelonés que pasó los últimos cuarenta y tres años de su vida en la capital hispalense.
Proyecto Atalaya de recuperación del patrimonio musical andaluz. Solista: Raquel Andueza, soprano. Coro La Hispanoflamenca. Orquesta Barroca de Sevilla. Director: Enrico Onofri. Programa: 'Et in terra pax' (obras de Pedro Rabassa). Lugar: Iglesia de la Anunciación. Fecha: Lunes 22 de noviembre. Aforo: Lleno.
En época de recortes presupuestarios generalizados, el mantenimiento del Proyecto Atalaya de recuperación del patrimonio musical andaluz, que se sustenta por convenio entre las universidades de la comunidad autónoma y la Consejería de Economía, Innovación y Ciencia, sólo pude ser saludado con alborozo. Que la Orquesta Barroca de Sevilla, una de las joyas musicales no sólo de Andalucía sino de toda España, se haya implicado en este proyecto supone además una garantía absoluta de que la recuperación del patrimonio se ofrece en las mejores condiciones imaginables.
Tras los trabajos sobre compositores de las catedrales de Málaga y Cádiz, el turno tocó esta vez a Sevilla, con un programa dedicado a Pedro Rabassa (1683-1767), barcelonés que pasó los últimos cuarenta y tres años de su vida en la capital hispalense, treinta y tres de ellos como maestro de capilla de la catedral.
De Rabassa se había recuperado ya un oratorio escrito en su etapa valenciana y algunas piezas litúrgicas, que volvían a ser el centro de este programa. Son obras de notable atractivo, que se presentan en formas muy variadas, tanto antiguas como modernas. Entre las primeras, el estilo tradicional de concertación de voces con violines aparece en la Misa Simeon Iustus a 8 y el tratamiento polifónico apoyado en el bajo continuo, en el Dixit Dominus, con una voz solista y un coro a cuatro, y en la Salve Regina, en un estilo característico de mucha música hispánica del siglo XVII, con un coro de solistas a tres voces y otro grande, a cuatro (como el célebre Requiem de Cererols). Entre la música moderna, las Lamentaciones y el Laudate Dominum, para voz solista con violines, una música de gran virtuosismo, que combina los melismas de las iniciales hebreas o del Amen final del salmo con pasajes en estilo recitativo y concertados.
En todo, Raquel Andueza dio una auténtica lección de solvencia técnica, buen decir, elegancia y finura, y ello a pesar de una afección de faringe que puso en duda su concurso hasta última hora. De menos a más el coro La Hispanoflamenca, que, pese a algunas bajas, funcionó con corrección en materia de equilibrio y empaste. Soberbia la dirección, batuta en mano, encendida, comprometida, rigurosa, detallista, de Enrico Onofri y espléndida como de costumbre una OBS cristalina.
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