La Tristura es compañía residente en los Teatros del Canal de Madrid. Esto nos da una idea de cómo se pueden afrontar las relaciones entre salas públicas y grupos privados con ganas de experimentar en sus propuestas. Resulta prácticamente imposible que esa simbiosis ocurra en Andalucía.

Creada en 2004, La Tristura rezuma juventud, esa juventud que sólo te la da la edad. Su primer espectáculo, Años 90. Nacimos para ser estrellas revisitaba el final del siglo XX.

Con Materia prima llevaron a escena a actores de diez años. En Cine planteaban el drama de los niños robados en España.

Con Future Lovers realizan un exhaustivo retrato de la juventud actual nacida en el año 2000. Chicos y chicas que viven una adolescencia que se prolonga hasta el cuarto de siglo. La obra plantea un supuesto que no se explica bien en la puesta en escena en el que el personaje de Sara, ya adulta, vuelve a una noche concreta de su pasado para revivir el momento que ella considera que la hizo crecer y madurar.

Móviles, redes sociales, música, botellona, sexo, miedos, aspiraciones

Lo que nos encontramos es una botellona iluminada por Carlos Marquerie y con una fabulosa concepción del espacio creada por Ana Muñiz que simula las afueras de cualquier ciudad, aunque el skyline proyectado sea el de Madrid. Un grupo de seis intérpretes nos dejan acercarnos a esa época de la vida que es el paso de la infancia al ser adulto y que se vive tan intensa y dolorosamente como luego se olvida cuando uno crece. Excelente trabajo aunque hubiera preferido verlo rodeado de jóvenes con las edades de los actores.