Crítica de Música

Tensiones en zona de penumbra

La programación que la ROSS dedica al centenario de Bernstein está ofreciendo al público sevillano la oportunidad de primeras audiciones de un conjunto de obras de alto interés, como esta 2ª Sinfonía, que contiene muchos de los rasgos característicos de su autor, un eclecticismo hecho del arribo de materiales muy diversos (con apreciable significación de esas secciones sincopadas de aire jazzístico), un juego de contrastes entre lo erudito y lo popular, un tratamiento camerístico de la orquestación... A ello, esta obra agregaba la presencia del piano solista, cuya parte defendió Markus Schirmer integrándose en la visión de fraseo elástico de un Axelrod que había empezado sosteniendo con acierto la tensión de la obra maestra de Ives.

Shostakóvich esperaba en la segunda mitad, esta vez con la obra que el músico empleó en 1937, en plena época de terror stalinista, para tratar de congraciarse con el régimen soviético tras las duras y amenazantes críticas de enero de 1936. La es una sinfonía que va de re menor a re mayor, de la sombra a la luz, y resuelve los conflictos de forma afirmativa, ajustándose por eso a los postulados del realismo socialista. Axelrod pidió a sus músicos un fraseo intenso y ataques bien marcados desde el arranque. Ese carácter vinculado al constructivismo tan años 20 del primer movimiento -algo que avanza imparable- estuvo magníficamente atrapado, pero fue en el juego con el tiempo y las dinámicas del movimiento lento en el que la batuta del texano trascendió el carácter meramente exhibicionista de la obra.

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