El salón fue el ámbito más habitual en el que muchas mujeres desarrollaron en el siglo XIX su vocación musical. Como prolongación de espacio doméstico, el salón se constituía al mismo tiempo en una zona de transición hacia el mundo exterior por medio de las veladas musicales que se solían desarrollar con asiduidad en los palacetes y mansiones burgueses y aristocráticos. Para ese espacio de los salones se compuso el género por excelencia de la música doméstica, las canciones.

Cristina Bayón y Jesús Pineda presentaban en este recital su reciente grabación (Boulevard des femmes) con amplio fresco de canciones de creadoras del siglo XIX que nos muestran en algunos casos auténticos espíritus musicales de fuerte inspiración. Bayón estuvo todo el concierto muy atenta a articular de manera clara y a acentuar las frases con intención expresiva, modelando el fraseo con infinidad de detalles, inflexiones, reguladores y colores de la voz, especialmente el uso apropiado de la media voz, como en Warum willst de Clara Schumann, por ejemplo. La voz se plegaba en las canciones más íntimas, como en La Tristesse de la lune de Strohl o, sobre todo, en Hai Luli! de Viardot, una canción paladeada nota a nota y enunciada con un matiz diferencial en cada estrofa. A veces el vibrato de su voz impedía desplegar un legato fluido y en otras era el abuso del portamento el que exageraba el fraseo.

Pineda consiguió que estas canciones parecieran estar escritas para la guitarra romántica en vez de para el piano, tal era el idiomatismo de sus arreglos. Sonido limpio y articulación nítida estuvieron al servicio de una muy expresiva gama de colores, con delicados armónicos, sutiles toques de uña o la tambora en el Rataplan de María Malibrán.