Yeti, teléfono, casa…
Crítica 'Yoko'
Yoko. Aventuras infantiles, Ale-Sue, 2012, 100 min. Dirección: Franziska Buch. Guion: Claudia Boysen, Gerrit Hermans. Fotografía: Jan Fehse. Música: Mark Anthony Yaeger. Intérpretes: Jamie Bick, Hoang Dang-Vu, Friedrich Heine, Tobias Moretti, Laurentsio Pettersson, Lilly Reulein, Jessica Schwarz, Justus von Dohnányi.
La producción europea de cine infantil parece condenada a mirar a los viejos modelos hollywoodienses si quiere mantener su pequeño hueco de mercado, sustentado fundamentalmente por los programas y ayudas de Bruselas.
Es el caso de esta coproducción germano-sueca que mira de frente al mítico E.T. de Spielberg en su cuento sobre la llegada accidental de un pequeño yeti tibetano a los parajes suburbiales de una Alemania que se diría fotocopiada de cualquier paisaje norteamericano de una película de aventuras adolescentes ochentera de Joe Dante.
Así, con el descaro que sólo confía en la candidez y la ignorancia de la muchachada y el obvio reconocimiento cinéfilo de los adultos acompañantes, Yoko reformula el mito del extraterrestre desubicado que quiere volver a casa entre estampas de juegos campestres, malos de tebeo, monjes tibetanos y mensaje familiar a propósito de orfandades y deseos de felicidad en colores saturados.
Por otro lado, el yeti de peluche y ojos grandes, engendro pre-digital salido de un mal sueño de Jim Henson, le garantiza a la película una segunda vida de culto entre los sectores más frikis del respetable. Al tiempo.
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