LA TABERNERA DEL PUERTO | CRÍTICA

Más zarzuela, por favor

Una escena de esta producción de 'La tabernera del puerto'

Una escena de esta producción de 'La tabernera del puerto' / Juan Carlos Muñoz

Tras dos años sin verdadera zarzuela en el Maestranza (uno por una insulsa antología y otro por zarzuela para escolares), el género regresaba con uno de los títulos que más pueden competir con otras formas de teatro musical más apreciadas, como la ópera o la opereta. La respuesta del público, con lleno que no se veía desde hace tiempo, debería hacer pensar a la nueva dirección del teatro en ampliar la oferta de zarzuela a algo más que este raquítico título anual.

La tabernera del puerto es posiblemente la mejor composición de Sorozábal y se beneficia, además, de un sólido libreto, lo que le añade un plus argumental y teatral que han sabido aprovechar los responsables de la puesta en escena. Un auténtico lujo es contar con el trío Frigerio-Squarciapino-Cheli para la escenografía, vestuario e iluminación respectivamente. Esto último, el apartado lumínico, es de esencial relevancia en esta producción, con seductores juegos de luces que en amplias gamas de tonalidades reproducen la luz plomiza y azulada de las costas cantábricas.

Espléndida también la escenografía, de corpórea monumentalidad y detalles muy bien logrados. Mario Gas, por su parte, dota al espectáculo de dinámica escénica, con buenos movimientos de masas y una cuidada dirección de actores. Fue muy impactante el despliegue técnico de la escena de la galerna, jugando con la fusión entre videoproyección y realidad.

Oliver Díaz dirigió con mano maestra, acentuando la siempre sutil orquestación de Sorozábal (sin lugar a dudas el mejor orquestador de la zarzuela), dando relieves a las maderas (clarinetes sobre todo) y afinando el tempo y el ritmo justo para cada escena, con la colaboración de una brillante orquesta.

Moreno brilló especialmente en las coloraturas de su famosa romanza y en la expresividad de su fraseo, aunque con debilidades en los números de conjunto. Ódena, de medios poderosos y contundentes, estuvo mejor en los momentos dramáticos que en los más íntimos, en los que acusa un fraseo tosco y una voz vacilante. A pesar de su voz con veladuras y notas nasales, Gandía defendió su papel y fraseó con pasión su romanza. Tremolante y sin graves Morillo, rutilante González y estupendos y divertidos Peña, Molina y Ruiz.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios