El amor no se compra, se regala

Baile: La Lupi. Guitarra: Curro de María. Cante: El Pulga, Antonio Campos. Violín: Nelson Doblas. Percusión: David Galiano. Lugar: Sala Joaquín Turina. Fecha: Jueves, 29 de mayo. Aforo: Lleno.

Qué gozo ver a alguien que goza bailando. Y ésta señora es una golosa: se lo pasa en grande en toda la baraja de emociones flamenas. Me gustó la disposición de los estilos, desde el erotismo franco de los "tangos de negros" hasta el drama de la milonga. La virtud es desintencionada y por eso la originalidad del baile de La Lupi es consecuencia de una necesidad artística, humana, no un propósito, el de parecer interesante al respetable. Claro que todo artista quiere interesar. Pero La Lupi sabe que el amor no se compra: se regala. Por eso nos entregamos a su arte. Especialmente en los tangos, donde se hace tierra, desde Granada a Málaga. Donde baila invenciones porque le sale. De ahí al drama, pasando por la seducción de las cantiñas, que en su cuerpo no son tan sutiles, pese a la bata de cola. Y la solemnidad de la caña. Por una cuestión de temperamento, la caña es el baile más desequilibrado de la noche. También el más técnico, el más exigente, por pies, vueltas y demás. Pero ya está dicho: el amor no se compra, se regala, y nada se puede hacer por merecerlo. Quizá fue el baile más meritorio, pero el mérito no tiene nada que ver con esto. Porque La Lupi es una golosa: ¿conocen a algún goloso solemne? Pues éste tampoco lo es. Tiene dos opciones, o trabajarse la solemnidad o eliminarla del repertorio. A perro muerto, se acabó la rabia. Porque el drama forma parte también del carácter flamenco de La Lupi, que es una gran comedianta, como demostró con el mantón íntimo recogido, acariciante en muñecas, brazos, hombros. El espectáculo es suceptible de una vuelta de tuerca en cuanto a dirección pero respecto al baile: ¡no se puede bailar mejor con pololos!