La experiencia africana de Federico García Lorca

El poeta viajó al Protectorado de Marruecos como secretario del ministro Fernando de los Ríos

Alfonso Alcalá, del Patronato García Lorca, con Miguel Caballero.
Alfonso Alcalá, del Patronato García Lorca, con Miguel Caballero.
Jesús Arias / Granada

29 de mayo 2010 - 05:00

Federico García Lorca no sólo fue poeta y dramaturgo. Durante dos años, entre 1932 y 1934, fue también un funcionario del Estado. Un cargo institucional. Y, en su calidad de secretario del que fuese primero ministro de Justicia y después ministro de Instrucción Público, Fernando de los Ríos, viajó con éste durante cuatro días al norte de África. Ante Lorca desfilaron los militares del Protectorado Español de Marruecos. Se hospedó en casa del general Cabanellas, quien unos años después sería uno de los protagonistas de la sublevación franquista. Así lo revela el libro Lorca en África. Crónica de un viaje al Protectorado Español de Marruecos, 1931, de Miguel Caballero, que se presentó ayer en Granada.

Editada por el Patronato Provincial Federico García Lorca de la Diputación de Granada, la obra da cuenta del viaje del poeta a ciudades como Ceuta, Tetuán, Xauen o Larache. "La idea surgió cuando leí en un artículo de La Vanguardia que Fernando de los Ríos había realizado el primer viaje oficial de un miembro del Gobierno de la República al Protectorado de Marruecos acompañado por Lorca como secretario", explica Miguel Caballero, que ahora trabaja en un libro sobre los autores reales de la ejecución del autor y el lugar en el que posiblemente se encuentre su cadáver.

El libro se divide en tres partes. En la primera analiza los motivos de aquel viaje. "Una de las razones fue la invitación del Majzén [Gobierno de facto] marroquí a la República. Otra fue la intención de reforzar la figura del Alto Comisario en el Protectorado. Hasta entonces, esa figura había correspondido a un militar. Pero la República decidió que fuera un civil el que sustituyera al general Sanjurjo, algo que no fue muy bien recibido en una sociedad tan conservadora como aquella. Otro motivo fue la invitación de las logias masónicas, ya que De los Ríos era miembro de una de ellas. Y por último, la invitación que había realizado la comunidad sefardita por los esfuerzos del ministro para que ésta adquiriese la nacionalidad española".

Lorca, que participó en la redacción de los discursos oficiales del político, se significó en aquel momento como un hombre abierto a la comunidad judía y de talante integrador, algo que durante la Guerra Civil sería fatal para su destino. "Entre los cargos que se esgrimieron contra De los Ríos tras la guerra, aunque éste se encontraba en EEUU, estaban el de su pertenencia a una logia masónica y su simpatía hacia los judíos. Por ello fue condenado a 30 años de prisión", explica Caballero. La prensa de la época se hizo eco de aquel viaje y el sector más reaccionario de la derecha arremetió con virulencia contra Lorca. El ambiente contra él ya estaba servido.

La última parte de la obra se centra en las consecuencias que el viaje tendría para Lorca durante la Guerra Civil. "Un diario de derechas llamó por aquella época masones, judíos y comunistas a Margarita Xirgú, Fernando de los Ríos y Lorca", explica Caballero. Otro artículo, escrito tras la muerte del poeta, decía que, con aquellos antecedentes, "estaba claro" que el destino de Lorca no podía ser otro que el fusilamiento.

La obra de Miguel Caballero se centra también en la labor que Lorca desarrolló en Madrid entre 1932 y 1942 como vocal de la Junta Nacional de Música y Teatros Líricos en sustitución de Manuel de Falla, que dejó aquel puesto para trasladarse a vivir a Granada, su última residencia en España.

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