El jardín de los brillos plateados
Crítica de Música
BLASCO / SOMOZA
XVII Noches en los Jardines del Real Alcázar. Mariví Blasco, soprano; Javier Somoza, guitarra. Programa: 'Guitaromanie!' (obras de Martini, Molino, Carulli, Sor, Giuliani, Mertz y Schubert). Lugar: Jardines del Real Alcázar. Fecha: Jueves 21 de julio. Aforo: Casi lleno.
Aunque se anunciaba como un recorrido por el París apasionado por la guitarra de los años 1820, en realidad el programa atendió en igual dimensión a la realidad vienesa de la época, la Viena en la que coincidieron Mauro Giuliani, Franz Schubert y Johann Kaspar Mertz, cuya música ocupó más de la mitad del concierto. Mariví Blasco y Javier Somoza recrearon lo que pudo haber sido una velada en un salón romántico, trasladada en este caso a un jardín, que se llenó de esos brillos plateados que pide el amante en An den Mond de Schubert.
Brillos plateados en la voz de una Mariví Blasco que empezó recreándose con delicadeza infinita en un lentísimo, sensual y muy sugerente Plaisir d'amour. En espléndida madurez, la soprano valenciana mostró una voz homogénea, perfectamente colocada desde el principio, fácil en el agudo y apoyada en un estupendo trabajo de matización pegado a los textos. Bien contrastada la elegante canción de Molino con las melodías ligeras de su rival Carulli, sorprendió su presentación de tres seguidillas de Sor despojadas de casi todas sus veleidades populacheras en beneficio de la línea y el control.
Schubert esperaba al final, tras una pieza para guitarra sola de Mertz que sirvió para confirmar el buen gusto de Somoza tanto en sus acompañamientos como en la elección del instrumento, una copia de una guitarra de René Lacôte de principios del XIX de timbre a la vez claro y argentino. Curiosos los arreglos de Napoléon Coste de Margarita en la rueca y el Ave María, pese a que los poemas franceses y algo afectados de Bélanger rebajan los originales. Blasco mostró sus posibilidades como liederista por su detallismo en el fraseo y el uso de los reguladores, especialmente en una maravillosa Ständchen, que hizo que el tiempo, y el brillo de la luna con él, pareciera detenerse por un instante sobre su vaporoso vestido rojo.
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