Juego del gato capitalista y el ratón lumpen

Solo cinco años después del estreno de esa agobiante pesadilla y buena película que fue la claustrofóbica 4 x 4 del argentino Mariano Cohn, una mezcla entre La cabina, El quimérico inquilino (aquí con un auto en vez de con una cabina telefónica o un apartamento como trampa mortal) o La huella (aquí con Anthony Hopkins como el sádico Laurence Oliver y Bill Skarsgård como su víctima Michael Caine) en la que un ladrón encerrado en un coche que pretendía robar es sometido a toda clases de vejaciones y torturas por su sádico propietario.

Un Hollywood cada vez más falto de ideas originales y más dado a los remakes se ha lanzado sobre ella, Le hacen los arreglos necesarios para que sea más comercial, restringen un poco la claustrofóbica localización en el coche, cambian el final, mantienen algo del discurso político, social y hasta filosófico –se le puede sacar punta a su mucha verborrea si se superpone a la era Trump, a la que no se sabe muy bien si critica o exalta– para darle tono y recurren a dos grandes actores, los ya mencionados Anthony Hopkins (¡cómo ha pesado Hannibal Lecter, para bien y para mal, en la carrera de este actor!) y Bill Skarsgård.

David Yarovesky, especializado en adolescentes acosados por angustias y terrores (The Hive, El hijo, Cuentos al caer la noche) logra así un thriller correcto que gana si no se ha visto el original.