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Cultura

El juego de las máscaras

XXV CIclo de Música de Cámara de la ROSS. Programa: 'Non ti fidar' KV 527; Quinteto para cuerdas nº 2 en Do menor KV 406; 'Non più andrai' KV 492; Quinteto para piano y cuerdas en Mi bemol mayor KV 452; 'Soave sia il vento' KV 588, de W. A. Mozart. Intérpretes: Íñigo Sampil, piano; Anna Emilova y Susana Fernández, violines; Francisco Ainoza y José Mª Ferrer, violas; Sasha L. Crisan, violonchelo. Lugar: Teatro de la Maestranza (Sala Manuel García). Fecha: Domingo, 23 de noviembre. Aforo: Casi lleno.

Las óperas de Mozart, especialmente las nacidas de su colaboración con el libretista Lorenzo Da Ponte, están llenas de equívocos, de cambios de vestimenta, de personajes que fingen ser otros o que toman a otros por quienes no son. El juego del engaño y de la máscara como metáfora sobredimensionada de lo que sucede en las relaciones interpersonales. También los músicos de la Sinfónica jugaron con un programa centrado en obras de Mozart que no sonaron tal y como fueron inicialmente creadas, sino travestidas de otros instrumentos y formaciones. Un ingenioso e inteligente programa que siempre tuvo en su favor la excelencia y la absoluta maestría de la música de Mozart, capaz de herirnos en lo más sensible sea cual sea la manera en que llegue a nosotros.

En la primera mitad del programa el resultado sonoro global se vio perjudicado por el sonido romo, sin brillo alguno y de afinación no siempre limpia del primer violín de Susana Fernández, que prácticamente nunca llegó a empastar con el de Anna Emilova. A cambio, las dos violas sonaron con enorme dulzura y con un sonido muy matizado y en todo tiempo definido. Al quinteto KV 406, transcripción del propio Mozart de su serenata para vientos KV 388, le faltó mayor dramatismo y mayor energía en el fraseo, ya que una articulación más staccato y una mayor atención a contrastar el fraseo mediante los acentos hubiese dotado de sentido expresivo a una obra tan cargada de energía dramática. Ya en la segunda mitad, con los violines cambiados de posición, el sonido global ganó en brillo y compacidad, consiguiendo una versión muy delicada y muy matizada en el fraseo (soberbio legato del estupendo piano de Sampil) del quinteto KV 452 (con las cuerdas ocupando el lugar de los instrumentos de viento originales), alcanzando altas cotas poéticas en el Larguetto central y en esa maravillosa despedida de mentira que es el quinteto 'Soave sia il vento' de Così fan tutte: veinte años ya sin oirla en Sevilla, con la Orquesta Barroca esperando su turno y con Emelyanychev en olor de multitudes. Ahí queda la cosa...

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