Espejito, espejito...
La hermanastra fea | Crítica
La ficha
*** 'La hermanastra fea'. Body horror, Noruega-Dinamarca, 2025, 105 min. Dirección y guion: Emilie Blichfeldt. Fotografía: Marcel Zyskind. Música: John Erik Kaada, Vilde Tuv. Intérpretes: Lea Myren, Tea Sophie Loch Naess, Ane Dahl, Flo Fagerli, Isac Calmroth.
Desde Noruega, con el aval de Sundance y el reciente premio en Sitges bajo el brazo, La hermanastra fea se suma a todo ese cine empoderado y feminista que nos insiste en los males endémicos del heteropatriarcado a partir de una nueva-vieja fábula macabra sobre las agresiones al cuerpo, los cánones de belleza o los peajes del amor romántico como límites de integración y supervivencia social de la mujer.
Vieja en tanto que el filme de la debutante Emilie Blichfeldt se reviste de los modos y formas del cuento infantil (léase los Grimm o La Cenicienta), también de la recreación de esa estética setentera del soft porno europeo de un Walerian Borowczyk, para ponerlos a pelear con los desmanes del body horror o el giallo de un Dario Argento en su combate conjunto contra esas normas y protocolos que obligan a la belleza física como pasaporte para el triunfo o la aceptación aún a costa de cirugías, fracturas y demás transformaciones violentas del rostro, el cuerpo y, en consecuencia, el alma femenina.
Entre el kitsch y los excesos puntuales para los amantes del morbo gore, La hermanastra fea enseña sin demasiadas sutilezas y un punto de comedia negra sus cartas estéticas y referencias, adereza el universo de los cuentos con músicas y gestos contemporáneos, acerca la cámara al cuerpo, la herida, la cicatriz y la pus, dejando claro y meridiano su mensaje satírico, que no es otro que el de cintas como la exitosa La sustancia, en este caso desde la distancia y el maquillaje de las fábulas del pasado.
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