Hermanos de agua
Los Tigres | Crítica
La ficha
*** 'Los Tigres'. Drama, España-Francia, 2025, 109 min. Dirección: Alberto Rodríguez. Guion: A. Rodríguez y Rafael Cobos. Fotografía: Pau Esteve. Música: Julio de la Rosa. Intérpretes: Antonio de la Torre, Bárbara Lennie, Joaquín Núñez, Skone, César Vicente, Silvia Acosta.
Había que filmar la Ría y el Polo Químico de Huelva, paisaje industrial, hipnótico y fantasmal que tantas veces nos ha evocado el de una película de ciencia-ficción. Alberto Rodríguez conoce bien el lugar y sobre él hace volar y desplazarse su cámara para convertirlo en un poderoso personaje de la historia.
Empero, esta es una película acuática y submarina que nos descubre, también por primera vez, ese resonante silencio metálico de las profundidades, esa luz opaca y esa turbiedad bajo los petroleros o los pantanos donde se sumerge nuestro buzo profesional. Pero sobre todo, Los Tigres es una película de hermanos, de traumas primigenios y edipos no superados que atan el vínculo de sangre en el trance del peligro, la crisis y la separación. De la Torre y Lennie los arrastran incluso físicamente: una cojera y unos andares, un brazo renqueante, un corazón cansado, una sordera limitante fruto de un accidente de infancia.
Una vez más, el guion ata y subraya pronto sus temas, ideas y metáforas, y una vez más son, sobre todo, los diálogos, los que se encargan de hacérnoslos ver, diálogos explicativos marca de la casa donde todo el mundo, con o sin acento local, veteranos (un Joaquín Núñez demasiado suelto) y recién llegados, tiene siempre su frase reveladora o su réplica chispeante lista para el golpe de efecto.
Con todo, Los Tigres se abre paso en su superficie y, muy especialmente, bajo el agua, como un engrasado filme de género y personajes (arquetípicos) capaz de exprimir el suspense de la supervivencia y el acecho de la muerte en cada inmersión, poniendo contra las cuerdas ese último gesto que libere a los hermanos de sus cargas y de su vínculo lastrado por la culpa y la dependencia mutua.
Cabe preguntarse si el personaje de Lennie fue un hombre en su primer esbozo, un hermano y no una hermana. Queda algo de eso en la extraña química fraternal, en su carácter seco y en la relación protectora con un De La Torre trazado de manera algo esquemática en sus tics fatalistas y en esa batalla consigo mismo como mal padre y hombre sin demasiados recursos en busca de aire y redención.
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