El mejor show de la ciudad nevada

Un instante del ensayo general en el Lope de Vega.
Un instante del ensayo general en el Lope de Vega.
Manuel Rosal

15 de abril 2010 - 05:00

Slava's Snowshow. Slava Polunin. Clowns: Alexander Frish, Oleg Lugovskoy, Christopher Lynam, Ivan Polunin, Viacheslav Polunin, Elena Ushakova, Bradford West, Artem Zhimolokhov. Producción: Mayur Bayle. Sonido: Rastyam Dubinnikov. Luces: Alexander Pecherskiy. Fecha: jueves 14 de abril. Lugar: Teatro Lope de Vega. Aforo: Lleno.

Lo siento, pero nadie se lo pasó ayer mejor que los 800 que llenábamos el Lope viendo el premiadísimo, aclamadísimo y viejísimo espectáculo que creara Polunin, el Presidente de la Academia de Tontos, allá por los 90, Slava's Snowshow. No hay mejor show hoy en la ciudad ni, paradójicamente, más moderno: ríanse del 3D y de Avatar y disfruten de las viejas tres dimensiones del teatro sin necesidad de gafas ni, afortunadamente, comestibles. Eso sí, lleven a los novios, las amigas, los hijos y todos los seres queridos porque se lo agradecerán durante mucho tiempo.

Son capaces estos ocho clown, liderados por el niño-pollo Zhimolokhov, de meternos con la velocidad del relámpago en los miedos y los sueños que tuvimos en la infancia... y a partir de aquí no siga leyendo si no quiere que se lo cuente. Pues allá voy. Las herramientas: el papel, el agua, la luz, la música, la mímica, el humo. Todo es básico en este maravilloso entretenimiento, las historias son sencillas y rápidas y van desde el naugrafio, a jugar a las sombras, a hacerse el muerto, a pisar al otro... Pero luego son capaces de provocar, con esos mismos elementos básicos, acciones espectaculares: llenar el Lope de pompas de jabón, sepultarnos bajo una brutal tormenta de nieve, atraparnos en una telaraña. Es demasiado y es fantástico ver a este viejo teatro funcionar a todo trapo, bien por ellos. Los niños gritaban y reían al mismo tiempo justo cuando se volvía a la calma y un episodio intimista, un adiós a un perchero muy vivo, nos conmovía. Risas, lágrimas, sorpresas, ¿quién da más? Pero aún quedaba el final, divertidísimo y claro, nadie se iba, incluidos los protagonistas, y todos jugábamos juntos.

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