las niñas zombi | Crítica de teatro

La memoria que sana

Una escena de 'Las Niñas Zombi'

Una escena de 'Las Niñas Zombi' / María Zamora

Celso Giménez se adentra en su primera creación teatral en solitario tras haberse curtido en La Tristura, La Veronal, Mucha Muchacha, entre otras compañías. Con Las Niñas Zombi indaga en el pasado, en la memoria de España, creando una relación directa entre las tres generaciones que todavía conviven en nuestro país.

Sobre la primera, la que vivió la guerra civil, se cierne un vacío, en la segunda, un olvido necesario y es la tercera, la de los nietos y nietas, la que siente la necesidad de buscar en el pasado para entender su presente. 

Una generación de zombis, según explica el propio Celso Giménez, en el prólogo de la obra, que deambula sin saber de dónde le vienen sus heridas. Lo fundamental de Celso Gímenez es su capacidad para crear una realidad llena de naturalidad en la que unas maravillosas Natalia Fernandes, Teresa Garzón y Belén Martí Lluch dan vida a unas treinteañeras (presas de esa juventud inacabable) que se expresan en un lenguaje que parece sacado de un documental.

Marcos Morau crea una escenografía que muestra el presente y el pasado que las encapsula y las protege. La iluminación de Albert Coma adorna con una bellísima imaginación esta búsqueda de lo que le pasó al abuelo Celso y que servirá para sanar las llagas de sus nietas.

Sugerente propuesta, llena de matices que demuestra que Celso Giménez tiene mucho que ofrecer con su personalísima visión.

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