Recen por los periodistas que no nos entienden
El británico Matthew Campbell visita la Basílica de la Macarena, la Capilla de los Marineros y el taller de Pedro Manzano para publicar un artículo sobre la Semana Santa y la restauración de la Macarena en 'The Sunday Times'.
Tras llegar a su hotel en la trianera calle San Jacinto, Matthew Campbell, periodista del británico The Sunday Times, emprende un camino a pie de más de media hora hasta la Basílica de la Macarena. Es miércoles 13 de agosto, es media tarde y Sevilla atraviesa los que prometen ser los días más calurosos de este verano. A Campbell le acompaña el fotógrafo francés Nathan Lainé.
Una vez en la basílica, ambos muestran con asombro las fotografías que han tomado en el camino en las que aparecen termómetros rozando los 50 grados. El motivo de su visita, que apenas durará 24 horas, es una investigación de campo para la posterior publicación de un artículo sobre la Semana Santa y, más en concreto, sobre la polémica restauración de la Macarena (que ha sido retirada del culto justo el día anterior a su llegada para una nueva restauración). Tras unas primeras nociones tanto dentro como en el entorno de la basílica sobre el origen de la Semana Santa, de las cofradías y sobre lo ocurrido tras la restauración de Francisco Arquillo, se dispone que la siguiente visita será en Triana, a primera hora del jueves.
Rondan las nueve de la mañana cuando Campbell y Lainé llegan a la trianera Plazuela de Santa Ana. La mañana aún es fresca a la sombra de los árboles. Tras haber descartado pedir unos croissants para desayunar, llegan los cafés y los molletes con jamón, aceite y tomate. Las bromas de los camareros y la clientela, conformada por vecinos del barrio, sirven de ambientación perfecta para hablar de la esencia trianera y de cómo esta se concentra en sus hermandades, especialmente en la Hermandad de la Esperanza de Triana (la siguiente visita programada). Antes de acabar el desayuno se concreta una entrevista con Jesús Romanov (profesor de historia del arte, tertuliano cofrade y gran conocedor de la Semana Santa sevillana) en la Basílica de la Macarena y, lo que se antojaba casi imposible, una visita al taller de Pedro Manzano, restaurador en el que la Hermandad de la Macarena, a través del apoyo mostrado por sus hermanos en el Cabildo General Extraordinario del pasado 29 de julio, ha depositado su confianza para la nueva restauración de la Virgen. La sorpresa de poder ser recibidos en el taller de Manzano, teniendo en cuenta la premura, fue mayúscula.
Una vez en la Capilla de los Marineros, fue más fácil que el periodista británico pudiera entender cómo la historia y esencia del barrio de Triana (su carácter humilde, marinero y multicultural) se sintetizan a través de la simbología e iconografía presentes allí, a través de la propia hermandad y los gremios que la fundaron (ceramistas, marineros y pescadores). Los rasgos mestizos de la Esperanza de Triana (cuya última restauración también estuvo en manos de Manzano), la posición dialogante de sus manos, el ancla, el artesonado de madera de la nave principal que evoca al casco de un barco, etc. Tras la visita al museo de la Hermandad de la calle Pureza y de la compra de algún souvenir, tocaba reunirse con Romanov en la Basílica de la Macarena.
En esta ocasión el trayecto a la Basílica de la Macarena desde Triana fue en taxi (el calor se hace notar cuando ya se roza el mediodía). La entrevista mantenida con Romanov transcurre en el museo de la hermandad. En esta visita guiada se entremezclan el conocimiento riguroso y meticuloso de la historia y funcionamiento de la cofradía y el sentimiento por la que, según las palabras del propio Romanov, los macarenos quieren como a una madre. Respecto a la historia de la hermandad, Romanov alude a ese orgullo de clase con el que sus hermanos primitivos, vecinos de uno de los barrios más humildes de la ciudad, mostraban a su virgen vestida como una reina. Romanov intenta explicar a Campbell cómo la Macarena, además de ser una obra de arte del siglo XVII de una calidad más que notoria en cuanto a su valor artístico y escultórico, coetánea a Las Meninas de Velázquez, es una imagen en la que se ha edificado un fervor que ha trascendido fronteras, convirtiéndose en una devoción universal. A lo largo de la entrevista se deduce un tono pedagógico, un intento de acercar un sentimiento tan propio, endémico e idiosincrático, como es el amor hacia la Esperanza, a una persona completamente ajena a este fenómeno.
Tras la despedida con Romanov en la Bodega Soto, vuelta a Triana, almuerzo en Las Golondrinas (jamón, puntas de solomillo y champiñones), café y una breve espera antes de que dieran las cuatro de la tarde, la hora acordada para la visita al taller de Manzano en la calle Rodrigo de Triana.
Pedro Manzano recibe al periodista británico y al fotógrafo francés en una pequeña oficina que sirve de antesala a su taller. Tras él surgen numerosas fotografías de sus trabajos, de las que destaca una fotografía de la Esperanza de Triana (restaurada por Manzano en 2022). El restaurador responde a la primera pregunta de Campbell en relación a la restauración de la Macarena y manifiesta que la principal complejidad reside en que no se parte de cero, como suele ocurrir en la mayoría de restauraciones. También deja patente que, aunque tuvo que pensarlo, la responsabilidad como restaurador le hizo aceptar este reto. En todo momento habla de un error de la profesión que la propia profesión debía subsanar y trata con respeto la figura del que fuera su profesor, Francisco Arquillo. Las palabras de Manzano se articulan en un equilibrio sereno entre la labor científica de su trabajo y la responsabilidad que ello supone teniendo en cuenta la magnitud devocional de la imagen y las expectativas que los miles de devotos depositan en su trabajo. La visita finaliza con un reportaje fotográfico llevado a cabo por Nathan Lainé. Campbell, que lleva consigo un reducido equipaje, toma un taxi en la puerta del taller y parte hacia el aeropuerto.
El pasado domingo, 17 de agosto, se publicaba en The Sunday Times el artículo escrito por Matthew Campbell, titulado “Pray for the man fixing Seville Madonna’s botched makeover” (que traducido vendría a ser algo así como “Recen por el hombre que intenta enmendar el chapucero arreglo de la Virgen de Sevilla”). Aparte de numerosas imprecisiones, el artículo es protagonizado por una serie de cuestiones anecdóticas y superficiales que poco deben ayudar a sus lectores a entender la relevancia de la Semana Santa en Sevilla, la devoción a la Macarena o a la Esperanza de Triana o el motivo por el cual una restauración fallida puede generar una gran conmoción entre los devotos. Al igual que en otros artículos, como el publicado por el New York Times y otros aparecidos en medios de ámbito nacional, el sensacionalismo, el morbo, los tópicos y la sorna levantan un muro donde se impide que el lector pueda acercarse a la realidad que rodea a la Semana Santa en Sevilla. Es evidente que es complejo acercarse desde fuera a un fenómeno donde se unen arte, devoción, herencia y tradición, pero de poco o nada sirve que Jesús Romanov dé una clase magistral sobre la historia de la Macarena o que Pedro Manzano abra su taller y hable con franqueza y sin concesiones sobre su trabajo, si después lo que se publica en medios que presuponen serios es un retrato superficial y caricaturesco de sus relatos.
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