Candor, color y drama
ROSS. Gran Sinfónico 11 | Crítica

La ficha
REAL ORQUESTA SINFÓNICA DE SEVILLA
****
Temporada 24-25. Gran Sinfónico 11. Solista: Iván Martín, piano. ROSS. Director: Pablo González.
Programa:
Daahoud Salim (1990): Siete principios herméticos [2025, estreno absoluto]
Manuel de Falla (1876-1946): Noches en los Jardines de España [1916]
Piotr Ilich Chaikovski (1840-1893): Sinfonía nº6 en si menor Op.74 Patética [1893]
Lugar: Teatro de la Maestranza. Fecha: Viernes, 16 de mayo. Aforo: Dos tercios de entrada.
Daahoud Salim (Sevilla, 1990) presentó en estreno absoluto una obra en siete tiempos tan bien escrita como inocua: mucho ostinati, referencias al minimalismo, orquestación que en muchas secciones se hacía camerística, una especie de pancosonancia que a veces rompían escuetas líneas cromáticas, un cuidado extremo de la tímbrica y dinámicas leves con algún que otro crescendo llamativo (casi raveliano en el sexto movimiento, titulado “Causalidad”).
En las Noches en los jardines de España, Sevilla recuperaba a un pianista demasiado tiempo ausente, el canario Iván Martín, que se integró en la orquesta de manera casi mágica en esta obra magistral que tiene más de sinfonía con piano obligado que de concierto. González y Martín ofrecieron una versión reposada, con una claridad articulatoria desde el primer compás y una transparencia orquestal que la convirtió en una auténtica apoteosis del color en el cruce de evocaciones españolas ancladas en un imaginario morisco y las ricas atmósferas del impresionismo francés. No recuerdo en la ciudad una versión más bella y delicada de esta música.
Tras el descanso, y de forma un tanto insólita (por desacostumbrada), el maestro asturiano Pablo González (Oviedo, 1975) ofreció al público una introducción de la obra de Chaikovski con datos y observaciones musicales de indiscutible interés. Sin embargo, no logró evitar caer en muchos de los tópicos que desde hace tiempo han sido desmentidos por la investigación musicológica más seria (existe, por ejemplo un libro reciente y esclarecedor de Alexander Poznansky con versión al español publicada por Akal que arrasa con todas las fantasías creadas en torno a la vida del músico). Uno es la de su condición de homosexual reprimido, algo rotundamente falso. Chaikovski vivió su condición sexual con absoluta libertad en un ambiente mucho más tolerante de lo que muchos parecen pensar y sin ningún riesgo de intervención judicial en su vida íntima (por cierto, hoy la cosa no sería igual y Chaikovski sería seguramente juzgado por los abusos reiterados y bien documentados hacia algunos de sus subordinados, alumnos y sirvientes). Otro tiene que ver con la muerte del compositor y esa sombra de duda que dejó González sobre un supuesto suicidio que no existió jamás, como corroboran toneladas de documentación que sólo nos hablan de descuidos y negligencias. Entiendo que la teoría de lo enigmático es romántica y atractiva para mucha gente, pero los datos la desbaratan por completo.
González enfrentó la Patética de Chaikovski de memoria y mostró conocer la sinfonía al detalle. Logró con ella la misma nitidez en la exposición de planos sonoros que había conseguido con la música de Falla. Añadió además una detallada planificación de los contrastes dinámicos, que en este caso era más delicada por los mayores rangos de la música, y esa minuciosa planificación le permitió mantener la transparencia textural hasta el límite, incluso en los tutti en fortissimo. En el Adagio lamentoso conclusivo el maestro asturiano enfatizó los acentos disonantes antes de un sostenido morendo final que pareció querer tender un velo de consuelo sobre el drama.
También te puede interesar