FANDO Y LIS | Crítica de teatro

El terror de la violencia machista

Beatriz Cabrera y Daniel Cuello en 'Fando y Lis'

Beatriz Cabrera y Daniel Cuello en 'Fando y Lis' / Rafael Ollero / Juanjo Palacios

Maite Lozano cumple la promesa que nuestro admirado Jorge Cuadrelli le hizo a la compañía De Sur a Sur a la que junto a Maite dirigía sus producciones desde su nacimiento: “la siguiente obra será un drama”. Acababan de estrenar La cantante calva de Ionesco y el maestro Cuadrelli quería seguir ahondando en el teatro del absurdo y la obra elegida fue Fando y Lis del español Fernando Arrabal. Jorge nos dejó hace dos años y Maite Lozano se ha ocupado de cumplir su deseo creando una obra impactante y potente que actualiza el texto de Arrabal otorgándole una nueva dimensión que la convierte en una producción necesaria aunque durísima de ver.

Fernando Arrabal escribió Fando y Lis hace casi setenta años. Todavía no había creado el movimiento Pánico que hacía alusión al dios griego Pan junto a los artistas Roland Topor y Alejandro Jodorowski pero su obra entra de lleno en el teatro del absurdo. En Fando y Lis, también conocidos como Fernando y Luce, una pareja formada por una mujer paralítica (Lis) es llevada en un carro por su pareja Fando. Buscan la ciudad de Tar, lugar imaginario al que nunca llegarán porque cada día vuelven a aparecer en el mismo sitio. En el camino se encontrarán con los tres hombres del paraguas. Arrabal escribe esta obra con 24 años y expone una relación basada en la extrema crueldad de Fando, un ser que ama y maltrata a Lis, como trasunto de la relación que mantenía con su madre.

La versión de Maite Lozano, respeta el texto del autor pero centra la acción en la relación de violencia machista entre Fando y Lis. Cuenta para ello con Daniel Cuello que despliega un poderío interpretativo que lo convierte en un ser despiadado que combina la vileza con la mayor de las delicadezas cuando, tras violentar a Lis le pide perdón y le jura y perjura que nunca volverá a hacerlo. Tiene enfrente a Beatriz Cabrera, que borda a una mujer dulce, enamorada, ensimismada, anulada que lo perdona una y otra vez evocando un amor más que tóxico.

La voz de Daniel Cuello suena atronadora, son mazazos  en nuestro oído cuando maltrata a su mujer. La sensibilidad y dependencia del personaje que interpreta Beatriz Cabrera hace que anoche sintiera terror y angustia. Esta pareja es un descubrimiento porque reflejan dolorosamente el sinsentido de la violencia machista y es el mayor acierto de esta obra que te zahiere en lo más profundo.

Los tres hombres del paraguas representan a la sociedad. Desde el planteamiento del humor absurdo del texto y ataviados como payasos juegan a no ser tomados en serio pero se vuelven cómplices con la violencia de Fando.

La propuesta de De Sur a Sur crea un profundo desasosiego porque la violencia, vista desde el absurdo, es todavía más violencia. Maite Lozano tiene oro en sus manos. No me gusta decirle a nadie lo que debe hacer porque las propuestas son de los artistas pero me gustaría sugerirle que limpiara de decorados su propuesta, que busque la caja negra porque lo que transmiten sus intérpretes es de una verdad tan arrolladora que merece la pena que lo disfrutemos/suframos sin ruido.

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