Resonancias, Revista de Investigación Musical | Reseña
Mudanzas de la zarabanda
Componentes: Cristina Bayón, soprano; Isabel Gómez-Serranillos, violonchelo barroco; Aníbal Soriano, guitarra barroca. Programa: Obras de José Marín, Gaspar Sanz y Juan Hidalgo. Lugar: Iglesia de Santa Cruz. Fecha: Lunes 7 de enero. Asistentes: Unas 50 personas.
Pese a la vistosidad de un Festival que mantiene sus constantes vitales en buen estado y de algunos grupos de indudable prestigio (OBS, Accademia del Piacere, More Hispano, Artefactum...) la música antigua sevillana lleva años perdiendo fuelle: el formidable impulso que pareció vivir hace algo más de una década se frena sin remedio. La desaparición de algunos ciclos y la pérdida de relieve del Conservatorio está siendo causa principal del repliegue. Lo que hace unos años era norma, hoy se ha convertido en rareza. Cada vez resulta más difícil escuchar a grupos y solistas nuevos. Esa vitalidad del cambio de siglo se diluye lenta pero visiblemente, cuando incluso las nuevas propuestas llegan de nombres ya suficientemente conocidos.
Programado un poco por sorpresa, este recital lo puso de manifiesto. Marizápalos se presentó como un trío formado por dos habituales de los grupos hispalenses desde hace más de diez años, el guitarrista Aníbal Soriano y la soprano Cristina Bayón, y junto a ellos la joven violonchelista Isabel Gómez-Serranillos. Recién terminado un registro en torno a los tonos humanos del Barroco español, fue este el repertorio, ya bastante bien difundido en la ciudad, que ofrecieron en concierto. Salvada la rareza de escuchar un violonchelo en la canción española del XVII, los resultados fueron muy disfrutables. Bayón ha evolucionado bastante en esta década: su voz se ha templado en unos agudos que no suenan ahora con la tirantez de hace unos años. Cuidó la articulación, la limpieza de la emisión y la expresión, aunque en los pasajes en piano tuvo tendencia a relajar la pronunciación de las consonantes, lo que causó algunos problemas con la claridad. El acompañamiento fue variado y correcto. Aníbal Soriano ofreció en solitario unas ágiles Marionas y compartió otra serie de danzas de Sanz con una cellista que empezó insegura y algo cohibida (Hachas), pero se animó con un Marizápalos y unos Canarios muy atractivos.
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