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Yves Mersch, miembro de la Junta Ejecutiva del BCE, empezó su conferencia a principios de septiembre en Fráncfort destacando el vínculo entre el dinero y la confianza. Acudió a las palabras que pronunció en 1787 James Madison, en pleno debate sobre la adopción de la Constitución de los Estados Unidos: "La circulación de la confianza es mejor que la circulación del dinero". Con ellas quería recalcar que el dinero sólo puede funcionar si se confía en él, en su estabilidad y su aceptación, y que esto va íntimamente ligado a la confianza en su emisor. Tras esta premisa, Mersch habló de libra, la moneda que Facebook quiere lanzar en el primer semestre de 2020.

¿Se puede confiar en libra? De momento, es una moneda que nace de la mano de personas que vienen desacreditadas por la incorrecta utilización de los datos personales de los usuarios de sus redes sociales en el pasado reciente. Pero además de esta falta de credibilidad de partida de los emisores, como está planteado el funcionamiento de libra la hace poco acreedora de confianza para canalizar los pagos, mantener los ahorros, y supone una amenaza para la estabilidad de los sistemas monetarios y financieros mundiales.

La operativa con libra será similar a la del bitcoin, los usuarios pueden obtenerla a cambio de monedas convencionales y se moverá entre ellos utilizando la tecnología blockchain. Pero, a diferencia del bitcoin o de otras criptomonedas, no será una red descentralizada, sino que el manejo de libra queda al arbitrio de un grupo de empresas privadas -la Asociación Libra- que recauda el dinero procedente de los canjes y decide dónde y cómo tenerlo invertido para preservar la estabilidad de su valor. Y "como un cartel" designarán la red de revendedores autorizados, centralizando el control sobre el acceso público a libra. Así, pasar de tener euros o cualquier otra moneda soberana a tener libras supone dejar de disfrutar de la confianza que aporta un emisor soberano y "confiar en ese conglomerado de empresas que sólo son responsables ante sus accionistas". En definitiva, aunque Mersch no lo exprese de forma tan cruda: libra no es una moneda privada sino la utilización privada de las monedas soberanas.

Pero con ese discurso queda claro también que el desafío está ahí, y ha puesto de manifiesto la necesidad de que el dinero se mueva digital, globalmente y a bajo coste. Y algo tendrán que hacer. Si libra u otras propuestas posteriores consiguen aceptación, los bancos centrales pueden perder el control sobre sus monedas y sobre la política monetaria. Actualmente, cada uno se concentra en la emisión de su dinero digital soberano. Podrían también coordinarse para construir sobre estos -como propone el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney- una moneda digital sintética. El órdago de Facebook resucita así la vieja propuesta de bancor, la unidad monetaria internacional ideada por Keynes. Entonces el dólar se impuso y de nuevo EEUU se resistirá en esta ocasión a perder su posición hegemónica. Además, con el enorme poder que tiene ahora China, la cooperación internacional es aún menos pensable. ¿Terminará el mundo fragmentado en dos áreas monetarias digitales soberanas?

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