Ahora que lo podemos ver como maestro de ceremonias de Pura magia, los martes en La 1. Es Mag Lari, un hombre espectáculo que merece todos mis respetos. Sé que el programa, incluso antes de su emisión, tuvo mala prensa por el hecho de que su productora estaba emparentada con Javier Cárdenas, menuda Hora punta. No me importa ni me condiciona quién esté en última instancia tras un proyecto.

Tuve la suerte de ver recientemente el espectáculo Ozom, de gira en los teatros de nuestro país. Y ahí Mag Lari me conquistó. Porque el trabajo que presenta el artista catalán a lo largo de dos horas frenéticas es un 'tour de force' pocas veces visto. Desdoblándose en hasta cinco personajes, llevando todo el peso de una representación agotadora durante la cual debía adelgazar varios kilos, amén del repertorio de ilusiones de gran formato, Mag Lari muestra toda una paleta de registros dramáticos, mostrando el enorme actor/comunicador/showman que lleva dentro.

Por su todo esto fuera poco (magia, teatro y espectáculo de grandes proporciones todo en uno) Lari supo imprimir su particular compromiso con la causa del orgullo sexual, ahora que tanto se habla del mismo, con una elegancia, un caché y una inteligencia pocas veces vista en las tablas. Por supuesto que son incomparables, pero puestos a citar habría que mencionar a nombres como los de Ángel Pavlovsky.

Ahora lo podemos ver al frente de la escuela de magos que, por emitirse en La 1, está siendo penalizada por el público y que sin embargo, merecería la atención del respetable. Por si fuera poco, hay aspirantes que tienen buen corazón.

Siempre he pensado que los magos son buena gente. Hechos de otra pasta. Ahora tenemos una ocasión de ver a algunos muy jóvenes y muy buenos, en su trastienda, en La 1.

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