Visto y Oído
Francisco Andrés Gallardo
Magno
Bienvenida sea la sinceridad y el análisis sin tapujos de un ridículo tan infamante como el del Betis en Chequia. Con la sangre hirviendo por su inmediatez, el análisis de Adrián no pudo ser más concluyente y más ayuno de paños calientes. De partido vergonzoso calificó el hombre que salvó al Betis de un ridículo mayor calificando la actuación del equipo en un campo de polvareda y ante un rival que no ganaba en ese campo desde agosto.
Las acusaciones del veterano guardameta rompieron algo que subyace en fútbol desde que el fútbol es fútbol y es la aplicación de paños calientes con la consiguiente conseja de lavar en privado los trapos sucios. Pero es que dichos trapos no se quedaron en sólo sucios, sino que parecieron cochambrosos en la lamentable imagen de un equipo ante un rival sin pedigrí, pero que parecía mucho más de lo que es por la impresentable pasividad de la tropa de Pellegrini.
Ahora sólo conviene desear que esas acusaciones sean motivo suficiente para una reconducción de las cosas. Que el ridículo de Valencia se repitiera en Conference es motivo más que sobrado para meter los paños calientes en lo más profundo del arcón donde se guardan los peores recuerdos de nuestras vidas. Dicho lo cual, nada que reprocharle a Adrián por su sinceridad minutos después de que aquel suplicio terminara y la sangre bética hirviera y motorizara la sinceridad.
¿Qué efecto tendrán esas palabras? ¿Convertirán a su autor en un apestado dentro del vestuario? Quién sabe, pero respetando esos códigos que convierten la mentira en argumento mendaz no se suele ir a parte alguna que merezca la pena. Ahora bien, lo que mueve al temor es que el partido del Betis en un campo de polvareda fuese debido más a falta de aptitud que de actitud por la sencilla razón del alto número de futbolistas que no dan el nivel que se debe exigir en este Betis.
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